El caso conmovía a la región, la reconocida peluquera de Florencio Varela era asesinada por su marido de varios tiros y en su coartada había anunciado que la confundía con un ladrón.
Corría febrero de 2012 y el Tribunal Oral en lo Criminal 5 de Quilmes condenaba a Carlos Alberto Rodríguez (53) por el “homicidio agravado por el vínculo” de su esposa, la peluquera Carina Silva (38), en concurso real con “tenencia ilegal de arma de fuego de uso civil”.
Los jueces Martín Mata, Gustavo Fariña y Mónica Rodríguez coincidían con el fiscal del juicio, Alfredo Samprón Noel, quien había solicitado que el acusado sea condenado a reclusión perpetua.
En tanto, el abogado de la familia Silva, Claudio Caro, también coincidió y solicitó la misma pena, mientras que, por su parte, la defensa de Rodríguez pidió la pena mínima pero por el delito de “homicidio culposo”, es decir, no intencional.
Durante el juicio, el hombre ahora condenado había declarado que confundió a la mujer con un ladrón que había ingresado a la casa y que sostenía un pistolón con su mano derecha pero que al cargarlo para efectuar un tiro al aire golpeó el arma con el antebrazo y disparó sin intención.
Sin embargo, Claudio Caro, abogado de la familia de la víctima, dijo a Télam que “quedó probado que gatilló el tiro” ya que ese tipo de arma debe ser accionada por su portador para que funcione.
Luego de la declaración de Rodríguez, una vecina brindó su testimonio en el que aseguró que escuchó como Silva gritó: “¡No, no!”, y luego hubo una detonación.
En tanto, una amiga de la víctima, afirmó que Silva le había contado que el hombre le dijo “vamos a ver si te podés separar”, tras informarle que iba a irse de la casa donde convivían.
Durante sus “últimas palabras”, que pronunció en la última audiencia, Rodríguez pidió perdón a la familia de la víctima y reiteró que no quiso matar a su esposa sino que se trató de un accidente.
El hecho ventilado en el debate ocurrió el 5 de noviembre de 2009, en una casa situada en Pedro Morán 384, en el barrio La Sirena de Florencio Varela, donde el matrimonio se encontraba en la planta alta de la vivienda ya que abajo funcionaba la peluquería de Silva.
“Yo al principio le creí a él (por Rodríguez) porque no sabía lo que pasaba, pero después la Policía lo detuvo y me enteré por las amigas de que mi hija estaba amenazada de muerte”, contó el padre de la víctima.
El hombre dijo que sabía que su hija se iba a separar, pero afirmó que ella nunca le reveló a ningún familiar que su marido la quería matar.
Si bien en principio Rodríguez logró ser excarcelado porque creyeron su versión acerca del ladrón, los peritajes realizados en la casa y la declaración de las amigas de la víctima ante el fiscal Darío Provisionato probaron que los hechos no habían ocurrido como él había contado y que el disparo había sido realizado a un metro de distancia.
También se comprobaba que antes de ser baleada, la mujer puso sus manos delante en señal de defensa y el tirador le quebró los dedos de una mano con el pistolón homicida.