Un caso sin respuesta, interrogantes y muchas preguntas, está claro que lo mataron para silenciarlo. Primero, la policía bonaerense dijo que el homicidio del excomisario Jorge Luis Piazza, ocurrido el 14 de febrero último en un descampado de San Francisco Solano, había sido obra de una banda de ladrones de autos, en un hecho casual. Nada más alejado de la realidad.
En el golpe participaron por lo menos seis personas -tres de ellas, detenidas en un primer momento y luego liberadas-, que usaron cuatro vehículos, dijeron los informantes. En el mercado negro de las autopartes, por un Volkswagen Gol con equipo de gas como el de Piazza los “levantadores” obtienen unos 700 pesos. A más de una década del homicidio aún no se logró establecer el móvil del asesinato. Tampoco, la conexión entre el brazo ejecutor -la presunta banda de ladrones y desarmadores de autos- y el instigador.
Los investigadores barajaron siempre tres teorías sobre una eventual autoría intelectual: un supuesto vínculo con el homicidio del subcomisario Jorge Gutiérrez, en 1994, aparentemente porque tenía información de la Aduana paralela; una venganza de ex policías por su declaración en el Juicio por la Verdad, respecto de un centro clandestino de detención que funcionó durante la última dictadura militar y que Piazza podría haber descubierto irregularidades cometidas en la empresa donde trabajaba, una consultora de una compañía de seguros.
Lo único concreto es que a las 18.48 del 14 de febrero Piazza abandonó el locutorio del hipermercado Auchan. Lo siguieron un hombre y una mujer rubia. En el playón de estacionamiento ese hombre depositó un bulto en una Renault Trafic blanca, propiedad de uno de los detenidos: Obdulio Héctor Sartirana, de 60 años, hoy en libertad.
La pareja subió luego a un Fiat Uno. Este es el primer auto que salió del estacionamiento, seguido de un Ford Escort; atrás, Piazza en su Gol; luego, un Renault Clío, y por último la Trafic de Sartirana.
A dos cuadras, en el cruce de la avenida Calchaquí con República del Líbano, Piazza fue raptado. Se sospecha que lo obligaron el ex comisario a subir a la Trafic. Nunca más se lo vio hasta que su cuerpo apareció en un descampado de Solano, un crimen sin respuestas y con múltiples preguntas. Otra vez, la impunidad dice presente.
Guillermo Troncoso
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