La vida de Priscila Morena Lafuente, de 7 años, era un infierno. Su madre la vivía golpeando de manera demencial: varios vecinos declararon verla pegándole a su hija; y su propia familia ya la había denunciado por violencia. Después de la última paliza, el viernes 3 de enero de 2014, la nena se fue a dormir.
Ya no despertó. A la mañana siguiente estaba muerta. Según los investigadores del caso, su mamá y su padrastro trataron de hacer desaparecer el cuerpo. Primero quisieron quemarlo en la parrilla de la casa. Como no pudieron, lo habrían llevado adentro de una bolsa, en un carrito de bebé, hasta el arroyo donde finalmente lo tiraron.
Los resultados de la autopsia realizada en la morgue de Ezpeleta determinaron que la nena fue asesinada a golpes en la cabeza, y quemada una vez muerta.
La mamá de la nena, Silvia Beatriz Lafuente (34), y el padrastro –Pablo Verón Bisconti (30), expolicía federal–, están presos. La mujer fue acusada de homicidio agravado, y el hombre de encubrimiento agravado a la espera del juicio oral.
Priscila nació prematura y siempre tuvo problemas de salud. Se crió en la villa IAPI de Bernal, en Quilmes, y vivió un tiempo con su padre y otro con su abuela materna y su tía, en el mismo barrio.
Silvia tenía 11 hijos además de Priscila. Con el policía llevaban 5 años en pareja y tenían cuatro hijos en común: dos nenas (de 4 y 3 años) y un varón, de 2. La pareja tuvo un cuarto hijo pero en noviembre, con sólo cuatro meses, el bebé murió, presuntamente por asfixia. La mujer apresada también tiene un nieto.
Hace años el matrimonio ahora detenido alquiló un chalet a medio terminar –pero completamente de material y en buenas condiciones– en calles 161 y 49A, en el barrio Las Manzanas de Berazategui. Allí se mudaron con los hijos de la pareja y otra hija de 16 años que Lafuente tuvo con otro hombre. En octubre pasado se sumó Priscila, quien hasta ese momento había estado viviendo con su padre biológico, en Bernal. El fue finalmente quien identificó el cuerpo cuando la Policía lo halló flotando en el arroyo.
“Se escuchaban los gritos de las peleas familiares y el llanto de los chicos. Un día mi esposa la vio a la gorda (así se refirió a Silvia Lafuente) golpeando a la nena.
Con una mano la tomaba de los pelos y con la otra le pegaba trompadas con el puño cerrado en la cara ”, contó a los medios Daniel, un vecino que vive justo enfrente a la casa donde vivía Priscila con su familia.
La almacenera del barrio, explicó que Lafuente iba a comprar a su comercio y que siempre llegaba con Priscila y sus otros tres hijos. “Los chicos eran muy calladitos. Si les preguntabas algo ni te contestaban. La tía de los chicos también la denunció a Lafuente por pegarles”, recordó la mujer.
Los vecinos aseguraron que el matrimonio solía poner música muy alta para que no se escucharan los gritos de los chicos cuando eran golpeados. “Eran los únicos chicos del barrio a los que no los dejaban salir”, dijeron.
Según contaron fuentes policiales, el viernes 3 de enero a la noche Priscila sufrió una paliza brutal y luego la acostaron a dormir. Al otro día, cuando la fueron a despertar, la nena estaba muerta. Ahí arrancó el horror después del horror.
Primero trataron de quemar el cuerpo. Según determinaron los investigadores, lo habrían puesto en la parrilla ubicada en el jardín de la casa, lo cubrieron con papel de diarios y maderas y lo prendieron fuego.
Como finalmente no pudieron quemarlo, la noche del sábado 4 el matrimonio metió el cuerpo de la nena en una bolsa de consorcio. Y se cree que lo llevó en un carrito de bebé hasta el arroyo “Las Conchillas”, ubicado a 800 metros de la casa familiar. Todo esto habría sido contado por el padrastro de la víctima ante la Policía, en una declaración espontánea que sin embargo no tiene valor legal.
Las imágenes de la pareja, con dos hermanitos de Priscila y un adolescente caminando hacia el arroyo, quedaron grabadas en la cámara de seguridad de una estación de servicio.
El matrimonio se presentó en la comisaría el lunes para hacer la denuncia. Tal vez pensaron que en ese tiempo la corriente del curso de agua había arrastrado el cuerpo más lejos.
“El matrimonio dijo en la comisaría que el sábado a la mañana, cuando se levantaron, la nena no estaba. Nos llamaron la atención dos cosas: que una nena sea robada adentro de su propiedad y que los padres hagan la denuncia recién 38 horas después ”, contó un investigador del caso.
Finalmente la nena fue hallada muerta el martes a la mañana. Lo primero que hicieron los investigadores, a cargo del fiscal Carlos Riera, fue poner la lupa en el círculo íntimo. Ahora están a la espera del juicio oral y público,
Fuente: psicologíaforense.com