Quizás si hiubiese nacido en otra latitud tuviera el reconocimiento que se merece, propio de los conquistadores de gloria y gratitud, esos que son cuestionados en vida e inmortalizados tras su muerte. Propio del ADN de los argentinos, vaya uno a saber porque, a los célebres se los discute, se los reprocha y por esas cosas terminan sus días lejos pero jamás olvidados.
Rechazado y difamado por Rivadavia, por cuya responsabilidad San Martín no logró asistir a los últimos días de vida de su esposa, decidió abandonar el país en compañía de su pequeña hija Mercedes. Intentó regresar a Buenos Aires en 1828, pero no bajó del barco ante la guerra civil desatada por el general Lavalle. Luego de pasar por Montevideo, regresó a Europa, donde vivió veinte años más, hasta que falleció, enfermo de asma, reuma y úlceras, el 17 de agosto de 1850.
Hoy se cumplen 200 años de la gesta más noble de San Martín, el Cruce de Los Andes y bien vale recordar una cita que lo grafica tal como los libros de historia lo han descripto, noble, héroe, soñador. Ojalá algunos de nuestros representantes lean sus memorias para copiar parte de su legado.
“Compañeros del Ejército de los Andes: Ya no queda duda de que una fuerte expedición española viene a atacarnos; sin duda alguna los gallegos creen que estamos cansados de pelear y que nuestros sables y bayonetas ya no cortan ni ensartan; vamos a desengañarlos. La guerra se la tenemos que hacer del modo que podamos. Si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos han de faltar; cuando se acaben los vestuarios, nos vestiremos con las bayetitas que nos trabajan nuestras mujeres y si no, andaremos en pelota como nuestros paisanos los indios. Seamos libres y lo demás no importa nada. La muerte es mejor que ser esclavos de los maturrangos. Compañeros, juremos no dejar las armas de la mano hasta ver el país enteramente libre, o morir con ellas como hombres de coraje.”
José de San Martín
GUILLERMO TRONCOSO
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