Un 19 de abril de 1991 un joven de 17 años estaba llegando al Estadio de Obras Sanitarias en la Ciudad de Buenos Aires para ver a Los Redondos. Era la primera vez que los iba a escuchar en vivo. La represión policial, detención ilegal y la tortura se lo impidieron. Walter Bulacio murió pocos días después.
Walter había viajado en colectivo, con varios amigos, desde la localidad de Aldo Bonzi, donde vivía, en el partido de La Matanza.
Como cuenta el periodista Carlos Rodríguez en Página/12, “llegó a Obras a las nueve menos diez; en el bolsillo llevaba la plata que le había dado su abuela, María Ramona Armas, para comprar la entrada. El sueño se transformó en pesadilla porque a las 21.15, por orden del entonces comisario Miguel Angel Espósito, lo subieron en un colectivo de la línea 151 y lo llevaron detenido por ‘averiguación de antecedentes’ a la seccional 35ª de la Policía Federal, junto con otros 72 jóvenes, diez de ellos menores de edad, igual que Walter”.
El argumento esgrimido por la policía, y desmentido en el juicio -realizado 22 años después de su muerte-, era que los chicos se querían colar. Asimismo, en el proceso se demostró que Bulacio, a pesar de ser de los primeros en llegar, fue uno de los últimos en ser registrados en la Comisaría. Quizás porque por ser menor, su detención era ilegal.
A la mañana siguiente Walter fue trasladado al Hospital Pirovano. Le diagnosticaron traumatismo craneano. Cinco días después falleció y la autopsia determinó que había sido golpeado en la cabeza, miembros y torso.
“La causa Bulacio pasó por decenas de jueces, entre juzgados de instrucción, cámaras de apelaciones y Corte Suprema de Justicia”, añade Rodríguez. Si bien el caso fue cerrado por la Justicia local al señalar la prescripción de la causa, en diciembre de 2004 fue reabierto.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos falló a favor de la apelación realizada por los abogados de la familia Bulacio y contra el Estado argentino “por actos y omisiones” que permitieron “la vulneración de derechos a la libertad e integridad personal, a la vida, a las garantías judiciales, a la protección judicial, y los derechos de los niños”.
A fines de 2013 se realizó el juicio oral. El periodista de Página/12 relata: “El comisario Espósito sólo fue juzgado por el delito de ‘privación ilegal de la libertad’ y nadie pagó por la muerte de Walter, que agonizó una semana por los golpes y lesiones sufridos en prisión”.
La querella originalmente había pedido que sea procesado por homicidio, ante la negativa del Tribunal solicitó seis años. El comisario recibió apenas tres años de cárcel “en suspenso”, es decir que nunca ingresó a un penal.
El caso de Walter Bulacio marcó un antes y un después en la historia del rock nacional. Decenas de bandas le dedicaron temas, incluida aquella a la que Walter fue a ver esa trágica noche del 19 de abril de 1991.
Fuente: https://notasperiodismopopular.com.ar