G. se hizo la sorprendida mientras la esposaban. “Sabe por qué venimos”, le dijo un efectivo. Le leyó la imputación: producción y distribución de pornografía infantil, videos que mostraban abusos de niños, también de los delitos de abuso sexual con acceso carnal agravado, corrupción de menores agravada. Entre los elementos secuestrados en la finca, algunos comprometerían procesalmente a la detenida.
G. se quedó callada y subió al móvil. La Justicia tenía cerca de cien videos que la mostraban a ella practicándole sexo oral a un menor, a un niño, montándolo, clips que van de diez segundos a tres minutos. Ese menor, según apuntaron fuentes del expediente es su propio hijo, el más chico, el de 7, que sufre de una discapacidad motriz.
Esos videos, según la imputación en su contra, G. se los enviaba a su novio: un sujeto al que se lo acusa de comercializar drogas.
El año pasado, Gendarmería detuvo en Zapala, Neuquén a D.L, supuesta pareja de G., en el marco de una causa por drogas. Le encontraron su celular y revisaron su cuenta de WhatsApp: los videos provenían siempre del mismo teléfono. El rastreo al titular llevó al nombre de G. y a su dirección. El fiscal Ichazo, a cargo de una UFI especializada en pornografía infantil y trata de personas, recibió el oficio el viernes por la mañana. La detención de G. se generó en cuestión de horas.
El menor abusado fue encontrado en la casa y puesto a resguardo. Será analizado por personal del Cuerpo Médico; una tía suya lo acompaña. Su hermano mayor, por lo pronto, no aparece en los videos. Mientras tanto, G. aseguró al ser esposada que daba clases en una institución.