A los seis años, y tras luchar con una enfermedad que lo tenía a maltraer hace ya tiempo, falleció Alcón (sin H), mejor conocido como “El Perro Dios”.
Perteneciente a la División Canes de Río Negro, Alcón fue uno de los primeros perros en ser entrenado para la búsqueda de personas. Y así como fue pionero, destacó también por su gran aporte: fue fundamental para resolver más de 20 casos policiales.
Alcón fue quien dio con el rastro principal del crimen de Marito Salto, asesinado en Santiago del Estero hace tres años, en un ritual a San La Muerte. También participó en la búsqueda de Santiago Maldonado.
En estos años investigó y resolvió más de 20 crímenes: fue quien encontró a Araceli Fulles, 25 días después de que la asesinaran y la ocultaran en bajo una construcción en la casa del principal acusado del homicidio. Y también fue quien halló a Micaela Ortega, una niña de 12 años víctima de grooming, aportando las principales pruebas que permitieron condenar al asesino.
“Estamos todos muy tristes. Alcón fue un gran compañero y un investigador incansable”, detalló Marcos Herrero, adiestrador de la policía de Río Negro y quien trabajó con Alcón. Desde hace más de 20 años, el hombre viene trabajando el aporte canino en la investigación criminal y en los últimos siete años, se especializó en odorología forense: una técnica que permite ubicar el rastro de personas, y sus recorridos, a partir de la huella de olor que dejan.
“A los perros no se los puede engañar”, dice Herrero. Otra característica es que la huella odorífica perdura a lo largo del tiempo. “Hemos hallado los restos de personas desaparecidas hasta seis años atrás. Esto, porque ese coctel bacteriológico de la huella odorífica se impregna en otros seres vivos como plantas y materiales orgánicos y puede permanecer allí de forma indefinida”, explica.
El último operativo en el que participó fue en Buenos Aires. El 4 de septiembre participó de un allanamiento en la casa de la pareja de Dionicia López, una mujer peruana que desapareció en enero de 2018.
Alcón investigó un rastro, pero los resultados todavía están bajo secreto judicial. Después, volvió a Río Negro, en un vuelo especial porque su salud se había debilitado otra vez. El sábado pasado, después de llorar toda la tarde, murió acurrucado en los brazos de Herrero.
Fuente: NA