La Oficial de Policía Lourdes Espíndola (25), miembro del Comando de Patrullas de Moreno, fue víctima de un robo el 29 de julio de 2018 en Ituzaingó, mientras esperaba para tomar el colectivo de regreso a su casa, en Berazategui. A diario hacía ese recorrido, de casi tres horas de viaje.
La agente acababa de terminar su turno, y se disponía a buscar a su hijito de seis años. Poco antes de las 19, después de terminar su turno y cuando llegaba vistiendo chaleco y uniforme a la parada del colectivo, al menos dos sujetos la interceptaron con el objetivo de robarle su arma reglamentaria. Tras un forcejeo, la mujer terminó siendo baleada con su propia pistola en el esternón.
Herida, la joven logró en medio del pánico sacar su celular y enviarle un audio de WhatsApp a su pareja de entonces, Fernando Altamirano, también policía y miembro del Comando de Patrullas de Moreno. “Me tiraron un tiro, me tiraron un tiro, me muero, me muero”, se la escucha decir desesperada. Una compañera del Comando la encontró tirada sobre calle Quintana, a 15 metros de la colectora del Acceso Oeste, sentido a Capital Federal y la llevó al Hospitalito de Brandsen, donde debido a la gravedad del cuadro la derivaron de urgencia al Posadas. A las 24 horas del ataque le habían declarado la muerte cerebral, y poco después falleció.
Por el crimen de la joven oficial están detenidos dos delincuentes con antecedentes penales por delitos de robo y robo agravado por el uso de arma de fuego. A uno de ellos, Jorge Pablo Di Blasi, le incautaron el arma homicida; el otro, Pablo Manuel Frascarelli, de 38 años, tiene cinco causas penales en la justicia de Morón por robo y otros delitos contra la propiedad privada.
Ambos fueron identificados no sólo por imágenes registradas por las cámaras de seguridad sino también por los testigos, entre ellos una nena de diez años que esperaba el colectivo con su mamá y presenció la secuencia criminal. El delito que se les imputa es homicidio calificado, robo calificado por el uso de armas, portación ilegal de armas de guerra y tenencia de arma de guerra, que tiene una pena en expectativa de prisión perpetua. Ambos serán juzgados por el Tribunal Oral Criminal Nº 2 de Morón, y el fiscal del juicio será Pablo Galarza.
Ayer se realizó la audiencia preliminar, que es un tecnicismo previo a todos los debates orales. Hasta allí viajaron Adriana Silvana Jofré (48) y Juan Carlos Espíndola (55), mamá y papá de Lourdes, acompañados por los abogados de la Dirección Asesoría Letrada de la Policía de la provincia de Buenos Aires. Al término de la jornada Juan conversó con Primer Plano Online y narró que su expectativa es que se haga justicia para que su hija descanse en paz y puedan cerrar, como familia, una dolorosa etapa de sus vidas, que los arrasó.
Fatalidades del destino: un día antes del crimen de su hija, Juan se había quedado sin trabajo, porque lo despidieron. Sin embargo, la conmoción pública que causó el asesinato de la joven agente le abrió puertas que nunca antes imaginó. Hoy es el orgulloso cocinero de la privada del intendente de su pueblo, Berazategui, y trabaja todos los días en el quinto piso del Municipio.
A su vez, tiene la paz de poder criar a su nieto, el hijo de Lourdes (8), que vive con su pequeño hijito, de diez años. “Ellos son como hermanos. Que esté con nosotros nos da paz porque nadie lo va a cuidar como nosotros. Con mi otra hija son lo que nos mantiene vivos junto a mi esposa”, describió Juan. El hombre sabe de agradecimientos. Su otra hija, de 23 años, ingresó a trabajar como administrativa en el Ministerio de Seguridad.
El crimen de la agente causó conmoción pública, sobre todo por la exposición a la que diariamente están sometidos los integrantes de la fuerza, tanto mujeres como varones. Sin embargo, desde aquel día nada cambió. En rigor, hay algo que no se modifica para la familia Espíndola: hay alguien que ya no está, y pese a que fue ascendida luego de su muerte, la ausencia nada puede cubrirla.
Fuente: primerplanoonline.com.ar