El gobernador de la Provincia realizó un discurso más técnico que político sobre la situación de la Provincia. Criticó lo que dejó Cambiemos, llamó a los legisladores a embarrarse y aseguró que no gobernará desde el centro sino con los municipios.
“Vengo a comprometerme a trabajar sin descanso y con honestidad para reconstruir la provincia de Buenos Aires”. Axel Kicillof tomó el micrófono y no dejó tema sin analizar. Minutos antes había asumido como gobernador. En su discurso, más técnico que político, hizo un racconto económico de lo que fueron los cuatro años de gobierno de María Eugenia Vidal y sus consecuencias.
Kicillof había llegado cerca de las 10.30 acompañado de su mujer y sus hijos. Con la sonrisa siempre alerta fue recibido por Federico Otermín, presidente de la Cámara de Diputados local. Cristina Fernández de Kirchner, María Eugenia Vidal y Verónica Magario y Hugo Moyano ya habían ingresado unos minutos antes. Sin embargo, a esta altura, Alberto Fernández todavía no había partido de la Casa Rosada por lo que la proclamación se retrasó unos minutos.
Con la alfombra roja servida, la banda de la policía se mezcló con los bombos de la militancia y la recepción del presidente tomó un color peronista. Eran las 11.20. Alberto entró secundado por Sergio Massa, Wado de Pedro y Felipe Solá. Desde una plaza San Martín poblada, los simpatizantes se hicieron oír entre banderas de distintos distritos. Adentro del recinto, los legisladores conversaban aguardando un comienzo demorado.
Una vez terminado los traspasos, Kicillof aseguró que “no vengo aquí para imponer la fuerza del resultado electoral sino a reflexionar lo que expresa: malestar y rechazo a una situación económica y una lógica de gobierno. Una lógica que se basó en el marketing político y que llevó a Cambiemos a negar los problemas”.
En una línea similar a lo expresado por Alberto Fernández pero desde su rol de economista, Kicillof no necesitó leer para dar números y razonar en profundidad la situación de la Provincia. “La gente no quiere persecuciones, ni un Estado ausente y distante. No queremos que se culpe a las víctimas de la situación económica. No queremos un estado que no sana, no cuide y no contiene”.
Una de las ovaciones más grandes fue el anuncio de que dejará sin efecto el aumento tarifario en la luz que iba a llevarse a cabo a partir de enero. “Si una tarifa no puede ser pagada por un jubilado no es tarifa, es saqueo”, manifestó. Otro momento de aplausos fue cuando se dirigió a los intendentes para dejarles en claro que “no venimos a gobernar desde el centro, vamos a gobernar con todos los municipios”. En los palcos aplaudían, entre otros, Fernando Espinoza (La Matanza), Jorge Ferraresi (Avellaneda), Juanchi Zabaleta (Hurlingham) Fernando Grey (Esteban Echeverría) y Martín Insaurralde (Lomas de Zamora.
Como parte de su discurso económico, Kicillof dejó en claro que quiere una provincia “productiva y no especulativa. Solidaria y no egoísta”. Pese a que aseguró que en los próximos días iba a presentar una radiografía de la situación actual de la Provincia, el gobernador realizó un análisis extenso y adelantó varios puntos dejando en claro que en los últimos cuatros años “no se mejoró nada y se agravó todo”.
En uno de los pasajes de su discurso, Kicillof sostuvo saber que el programa económico que llevará adelante “suele perjudicar a algunos y beneficiar a otros, pero hay sectores que se enriquecieron mucho. El industricidio y la pérdida de derechos afectaron a la Provincia y los bonaerenses no fueron protegidos. Se habló de que dejaban una caja de 25 mil millones de pesos, pero esa cifra no alcanza para atender las obligaciones básicas”.
En lo concreto, Kicillof expresó que para pagar lo inmediato “se necesitan 40 mil millones de pesos. Y a esto se agrega la deuda y el no pago a los proveedores en 50 mil millones de pesos. Se hizo el ajuste y a menor actividad en lugar de mejorar las cuentas se redujo la recaudación y la actividad por que el ajuste es un círculo vicioso”.
El gobernador habló, además, de lo preocupante de una Provincia con una deuda que “subió un 20 por ciento en cuatro años” y que cuenta con “5.5 millones de pobres, con un 40 por ciento de chicos que asisten a comederos y una clara emergencia alimentaria”. En esa línea aseguró que “lo mejor para terminar con el hambre es dar trabajo”.