Un mural en recuerdo de Lautaro Leguizamón Ramírez, una de las tantas víctimas de la tosquera de Scarpato de Florencio Varela se realizó días atrás en la EP 81 de Quilmes Oeste. Nayla, la mamá de Lauty, acompañada por su familia es un ejemplo de resiliencia; desde el dolor ha levantado una bandera en pos de la causa para que “no haya más víctimas”. Al respecto cursa una denuncia en la Justicia contra el Municipio de Florencio Varela y los titulares del espacio donde durante años se extrajo tierra.
Acompañada por Eugenia Vázquez, que siempre acompaña a víctimas de diferentes casos, recuerda a su hijo -que hoy tendría 17 años- con una entereza encomiable: “fuimos a pasar unos días con mi familia, porque yo había cobrado, Lauty se fue a jugar y luego paso todo lo que paso, encontraron el cuerpo. El mural que realizamos acá en Quilmes Oeste, era en la escuela en donde estudiaba y era querido por sus compañeros”. La tarea estuvo a cargo del área de Arte y Cultura de la Municipalidad de Quilmes.
En diálogo con Data Judicial dijo que “Lautaro es la última víctima de la tosquera de Scarpato, están todas las demandas en curso, pedimos el cierre de ese predio. Nunca imagine ocupar este rol, es desgarrador lo que me sucedió, pero a partir de ello, investigue la causa, no acepto que me subestimen como madre, empezamos desde cero, con todo lo que aconteció, hoy la Comuna está demandada, entregamos todas las pruebas, ese lugar nunca tuvo que estar habilitado, no podemos tener un duelo en paz. Nos hemos contactado con otros familiares de víctimas de la tosquera; nosotros perdimos a hijos, hermanos, somos un grupo unido que siempre nos mantenemos juntos, desde el duelo que todos vivimos en cada jornada”.
A modo de mensaje la madre indicó que “les digo a la gente que no vayan a esos espacios, ni arroyos, ni tosqueras, que son trampas mortales, los chicos no llegan a medir los riesgos de estos espejos de agua; como le paso a Lauty, mi hijo le puede suceder a cualquiera”; finalizó.
Alrededor de la tosquera Scarpato, hay decenas de cruces blancas clavadas en la tierra, como si quisieran ser una alerta para los chicos que se tiran a nadar a pesar de que está prohibido. En ese pozo de agua ya murieron más de una veintena de chicos que se ahogaron mientras intentaban refrescarse.