Julián Arakaki, condenado a prisión perpetua por asesinar en 2012 a su hija de 8 años en la localidad de Martínez y quien fue el primer preso en contraer coronavirus del país, ya fue dado de alta y alojado en el hospital penitenciario de Olmos, en el partido de La Plata, informaron fuentes judiciales.
El recluso, que el domingo cumplió 50 años, estuvo internado desde el 17 de marzo hasta ayer en el hospital Presidente Perón de Avellaneda, donde ya desde la semana pasada le dieron negativo dos tests de Covid-19.
Al recibir el alta médica, la jueza de Ejecución Penal 2 de San Isidro, Victoria Elías García Maañon, a cargo del control de su pena, le ordenó al Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) que vuelva a ser insertado en el sistema carcelario.
Por ello, la jueza y las autoridades penitenciarias decidieron trasladarlo a la Unidad 22 de Olmos, que no es una cárcel común, sino que es el Hospital General de Agudos Mixto del SPB.
“Como todas las personas convalecientes y que se recuperan de la enfermedad, allí deberá hacer 14 días de aislamiento. Por otra parte, es donde mejor va a estar por sus otras patologías de base”, indicó a Télam una fuente judicial.
Arakaki era trasladado tres veces por semana desde la Unidad 23 de Florencio Varela donde cumplía condena al hospital Perón de Avellaneda, para ser dializado, ya que tiene una enfermedad crónica renal y además es diabético, razón por la que el año pasado le amputaron una de sus piernas.
En su última internación se detectó que tenía fiebre y, al hacerse los estudios, se determinó que estaba infectado por el coronavirus.
Arakaki fue condenado el 25 de junio de 2014 a prisión perpetua por el “homicidio agravado por el vínculo” de su hija Milagros Arakaki, de 8 años.
Según el fallo del Tribunal Oral en lo Criminal 4 de San Isidro –al que accedió Télam-, el filicidio ocurrió el 19 de agosto de 2012 en el domicilio del imputado en la localidad bonaerense de Martínez, partido de San Isidro, donde asfixió a su hija por sofocación y luego se subió a un remís y le entregó el cadáver a su ex mujer y madre de la víctima, de quien estaba separado.
El tintorero, argentino pero de origen japonés, le había advertido a su ex esposa luego de la separación: “Un día a Milagros te la voy a matar”, según la sentencia. La Unidad 23 de Florencio Varela donde él cumplía la prisión perpetua fue el penal donde el 22 de abril se registraron una serie de incidentes cuando los presos reclamaban beneficios ante la pandemia de coronavirus, y en ese marco uno de los internos, Federico Rey, fue asesinado con disparos de escopeta por parte de personal penitenciario.
Por ese caso, quedaron detenidos tres efectivos del Servicio Penitenciario Bonaerense, una mujer que está imputada como presunta autora material del crimen, y otros dos oficiales, entre ellos el subdirector de la unidad, acusados de encubrimiento.