Familiares de los abuelos se presentaron ayer en el geriátrico que fue clausurado por la Municipalidad de Quilmes, tras denuncias de maltratros a los ancianos. Tras el allanamiento se conocieron imágenes delicadas a los adultos mayores. Crece la indignación y malestar entre los familiares de los abuelos.
“Les pegan, los maltratan. Lo que vi fue horrible. Para que no molesten los tiene dopados todo el día y eso que estuve unas horas nada más. Además viven atados los pobres viejitos”.
La frase en tono de advertencia pertenece a una mujer horrorizada que se acercó a la Comisaria 6° de Quilmes de la Policía Bonaerense en marzo último. Había sido convocada para una prueba de un día en el geriátrico San Miguel Arcángel de Ezpeleta y cuando salió fue tanto el espanto que directamente fue a hacer la denuncia. Casi dos meses después, en la mañana de ayer, la Justicia allanó el lugar y comprobó que la mujer no mentía ni exageraba, sino todo lo contrario. Se encontraron con un lugar que funcionaba sin habilitación, con abuelos con marcas en sus muñecas por haber estado atados y hasta con un garage convertido en habitación para seis personas.
Según la investigación de la fiscal Mariana Curra Zamaniego de la UFI 6 de Quilmes, el dueño del establecimiento, llamado Juan Carlos Parada, de 53 años, era dueño de otro geriátrico que también funcionaba en la zona sur del conurbano. Con cuatro clausuras sobre sus hombros por hacinamiento e incumplimiento de normas sanitarias básicas decidió cerrar ese lugar a fines del año pasado y mudar a los abuelos a este nuevo lugar que ahora fue desbaratado en un allanamiento que duró más de 8 horas.
Cuando los efectivos de la Policía Bonaerense ingresaron ayer por la mañana se encontraron con 14 personas mal alimentadas que pedían auxilio. Dos de ellos estaban atados en ese momento. En el acta municipal se constató que los adultos mayores dormían en 2 habitaciones con 4 camas cada una y en un garage reconvertido en el que habían insertado 6 plazas más.
“Las camas estaban prácticamente encimadas y la suciedad desbordaba. Nos sorprendimos cuando vimos el garage porque prácticamente no entraba una persona de pie entre las camas. A uno de los abuelos tuvimos que trasladarlo de urgencia porque su salud estaba comprometida y ahora quedó a resguardo en un hogar municipal”, explica a Infobae una fuente que participó del operativo. Las medidas sanitarias para preservar a los adultos mayores del COVID, con los geriátricos clandestinos como uno de los focos más terribles de contagio en la pandemia, eran prácticamente inexistentes.