El Departamento de Migrantes e Itinerantes, de la Vicaría de Solidaridad de la diócesis de Quilmes, difundió un comunicado con motivo la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado por celebrarse el próximo domingo 26 de septiembre con el lema “Hacia un ‘Nosotros’ cada vez más grande”.
El organismo diocesano recordó que siempre afirmó que los migrantes “no son un peligro, una amenaza, un problema”, al señalar que ellos “antes que números son personas, rostros, nombres, historias, son nuestros hermanos y hermanas”.
“Los migrantes que viven en nuestra diócesis nos brindan la oportunidad de superar nuestros miedos y prejuicios para dejarnos enriquecer por la diversidad de los dones de cada uno, de sus culturas, de sus costumbres, de sus manifestaciones religiosas y populares”, aseguró.
Los agentes de la pastoral quilmeña expresan que redoblan los esfuerzos para que “se puedan adoptar nuevas formas de migración legal y segura”, al advertir que “lamentablemente existen personas sin escrúpulos, que se aprovechan de la irregularidad de muchos extranjeros porque no conocen el idioma o no tienen los papeles en ‘regla'”.
“Mujeres y niñas y niños migrantes, o hijos de migrantes, son víctimas de violencia familiar, de xenofobias, de mendicidad forzada, de trabajo esclavo y explotación sexual y laboral, de trata de personas”, advirtió, y enfatizó: “Esta realidad nos interpela, nos cuestiona”.
Texto del comunicado
Nos dice Francisco en Fratelli tutti: “Pasada esta crisis sanitaria, la peor reacción sería la de caer aún más en una fiebre consumista y en nuevas formas de autopreservación egoísta. Ojalá que al final ya no estén «los otros», sino solo un «nosotros»”. (35)
En nuestro camino sinodal hemos escuchado los gritos de nuestro pueblo. La desigualdad social y el anhelo de otro mundo posible. Las distintas formas de violencias y el desafío de construir una cultura del encuentro y de la paz social. Los gritos de nuestra tierra y el cuidado de la casa común.
El deseo y la necesidad de salir a las calles de las periferias existenciales nos lleva a descubrir y a encontrarnos con muchos migrantes, desplazados, familias vulnerables que, por el solo hecho de ser extranjeros, son estigmatizados en función de sus rostros, de su color, de su cultura, de su idioma, de su forma de expresar su fe.
Pero siempre afirmamos que los migrantes no son un peligro, una amenaza, un problema. Los migrantes, antes que números son personas, rostros, nombres, historias, son nuestros hermanos y hermanas.
Los migrantes que viven en nuestra diócesis nos brindan la oportunidad de superar nuestros miedos y prejuicios para dejarnos enriquecer por la diversidad de los dones de cada uno, de sus culturas, de sus costumbres, de sus manifestaciones religiosas y populares.
Por eso, redoblamos los esfuerzos para que se puedan adoptar nuevas formas de migración legal y segura. Porque lamentablemente existen personas sin escrúpulos, que se aprovechan de la irregularidad de muchos extranjeros porque no conocen el idioma o no tienen los papeles en “regla”. Mujeres y niñas y niños migrantes, o hijos de migrantes, son víctimas de violencia familiar, de xenofobias, de mendicidad forzada, de trabajo esclavo y explotación sexual y laboral, de trata de personas.
Esta realidad nos interpela, nos cuestiona.
Francisco nos invita a “acogerlos, protegerlos, promoverlos e integrarlos”. Tenemos, todavía, mucho por hacer, porque estamos convencidos de que nuestra Iglesia que peregrina en la Diócesis de Quilmes, quiere ser una Iglesia sin fronteras, madre de todos.
Esta Jornada Mundial del Migrante y Refugiado es un fuerte llamado a derribar los muros que nos separan y a construir puentes que favorezcan la cultura del encuentro, “donde pueda florecer el milagro de un NOSOTROS cada vez más grande”.