Se celebró en el Cruce Varela la XXVI Misa de la Esperanza de la Diócesis de Quilmes, nuevamente de manera presencial y transmitida en vivo para quienes querían seguirla desde sus casas. Encabezada por el Padre Obispo Carlos José Tissera, sacerdotes, diáconos, religiosas, y laicos y laicas de esta porción de la Iglesia.
“A los pobres los tienen siempre con ustedes” (Mc. 14, 7) fue el lema de esta celebración, que formó parte de la V Jornada Mundial de los Pobres propuesta por el Papa Francisco. Y junto con la alegría del encuentro presencial, de poder “vernos las caras, compartir la mesa del fin de semana con familiares y amigos, poder estar junto a la cama de los enfermos, pasar un rato en casa de los abuelos…”, como mencionó el Obispo de Quilmes en su homilía, “la pobreza duele, la falta de trabajo angustia, la enfermedad sigue siendo una preocupación, la inseguridad cunde y golpea fuerte, la violencia institucional se ensaña con los más desprotegidos, la desigualdad es cada vez más marcada, la corrupción se anida en amplios espacios de poder, la democracia es entorpecida por oscuros intereses, la ambición de los poderosos es cada vez más inescrupulosa”.
Monseñor Tissera se hizo eco de las voces de “las víctimas de la trata de personas, […] vergonzosa forma de esclavitud. Las y los migrantes, […] porque queremos marchar hacia un «nosotros» cada vez más grande; Las enfermas y enfermos sin atención o deficiente cuidado; los que no tienen lo suficiente para alimentarse cada día dignamente y deben mendigar el pan por nuestras calles de diversas maneras; los y las que luchan con el consumo problemático de diversas sustancias, que minan la vida que crece en nuestras familias, en nuestros barrios. Los que no tienen tierra, techo ni trabajo. Las “tres T” son derechos sagrados. La pandemia con sus consecuencias en la economía ha agravado la situación de las familias que se han empobrecido.”
Además, el Obispo de Quilmes invitó a hacer un minuto de silencio por Lucas: “sumado al dolor de la muerte causado por la pandemia, tenemos que llorar también el dolor de la muerte causado por la violencia de todo tipo. Todo duele y destroza el corazón. Más duele cuando la violencia es institucional. En estas horas, a cuadras de acá la familia González, de Villa Aurora, está de duelo y despide a Lucas, de 17 años, asesinado por policías que actuaron fuera de la ley, cuando salía de un entrenamiento de fútbol en Barracas. No hay palabras para calificar este hecho tan horrendo”. Y resaltó el accionar de su familia que, “en medio de tanta congoja, lejos de dejarse llevar por otros sentimientos, reaccionó ejemplarmente decidiendo donar los órganos de Lucas para que otras personas vivan”.
El Padre Obispo Tissera cerró su homilía con el recuerdo al siervo de Dios, Padre Obispo Jorge Novak, y compartió un fragmento de la homilía de su última Misa de la Esperanza en 2000: “Hay esperanza, porque miles de padres de familia alimentan y aman con ternura a sus hijos. Hay esperanza, porque hoy muchas servidores y servidoras organizan comedores para que niños y ancianos tengan, al menos, una comida al día. Hay esperanza, porque muchos voluntarios y voluntarias están junto a la cama de los enfermos como auxiliares de las familias y de los hospitales. Has esperanza, porque muchos docentes forman con amor el cerebro y el corazón de las nuevas generaciones. Hay esperanza, porque todavía quedan funcionarios y profesionales honestos.”
Durante la misa, también se leyó el saludo que envió el Obispo de Avellaneda-Lanús, Marcelo (Maxi) Margni a la Diócesis de Quilmes, “Iglesia que me formó en la fe, y cuya impronta está grabada de modo indeleble en mí”.
Tierra; Techo y Trabajo
“Los que no tienen tierra, techo ni trabajo. Las “tres T” son derechos sagrados. La pandemia con sus consecuencias en la economía ha agravado la situación de las familias que se han empobrecido, haciendo que sea cada vez más inalcanzable tener un poco de tierra en donde levantar su vivienda. Y qué difícil es si no se cuenta con el trabajo que dignifica la vida de cada persona. Las organizaciones sociales, a pesar de ser maltratadas por poderosos sectores de la sociedad, mantienen viva la esperanza. El Papa Francisco, el domingo de Pascua del año pasado, dirigió una carta a los movimientos populares. Entre otros conceptos, dice: “También quisiera invitarlos a pensar en el “después” porque esta tormenta va a terminar y sus graves consecuencias ya se sienten. Ustedes no son unos improvisados, tienen la cultura, la metodología, pero principalmente la sabiduría que se amasa con la levadura de sentir el dolor del otro como propio. Quiero que pensemos en el proyecto de desarrollo humano integral que anhelamos, centrado en el protagonismo de los Pueblos en toda su diversidad y el acceso universal a esas tres T que ustedes defienden: tierra, techo y trabajo. Espero que este momento de peligro nos saque del piloto automático, sacuda nuestras conciencias dormidas y permita una conversión humanista y ecológica que termine con la idolatría del dinero y ponga la dignidad y la vida en el centro. Nuestra civilización, tan competitiva e individualista, con sus ritmos frenéticos de producción y consumo, sus lujos excesivos y ganancias desmedidas para pocos, necesita bajar un cambio, repensarse, regenerarse. Ustedes son constructores indispensables de ese cambio impostergable; es más, ustedes poseen una voz autorizada para testimoniar que esto es posible”; finalizó Monseñor Tissera.