Psicólogas del Poder Judicial que analizaron a los dos jóvenes que denunciaron por abuso sexual al exobispo de Orán y exmiembro de la Diócesis de Quilmes, Gustavo Zanchetta, declararon que ambos tenían rasgos de haber sido víctimas del delito por el que está acusado el religioso. Además, un testigo clave aseguró que el sacerdote trató de persuadir a varias personas de que no hablaran en su contra.
Las profesionales de la salud mental dieron su testimonio en el juicio oral que se desarrolla en los tribunales de Orán contra Zanchetta, exmiembro de la Diócesis de Quilmes imputado por abuso sexual simple continuado y agravado por ser cometido por un ministro de culto religioso reconocido, en perjuicio de dos jóvenes seminaristas que estudiaban en la ciudad norteña para tomar los hábitos cuando él estaba a cargo de la diócesis.
Nadia Miguez y Silvia Aguirre dieron detalles de los informes psicológicos que hicieron junto a una tercera profesional, en los que describieron que los denunciantes tenían rasgos de haber sido abusados sexualmente. De la declaración de las psicólogas también se desprende que el relato de los jóvenes resultaba creíble, ya que informaron que no detectaron en ellos “rasgos de mendacidad ni fabulación”.
Miguez también se refirió al hecho de que uno de los denunciantes habría sido víctima de otro abuso cuando era niño y dijo: “Tiene síntomas de haber sufrido una situación lejana en el tiempo y otra más cercana”. Además indicó que el joven sufría trastornos alimenticios e insomnio.
También declaró Eleonora Naranjo, una psicóloga que presentó Zanchetta como perito de parte. Naranjo aseguró que Zanchetta tiene “una estructura de la personalidad sana” y que “no se advierten en él rasgos neuróticos ni psicopáticos”. Agregó que el religioso “se identifica con los pobres y desvalidos”.
Eleonora Naranjo es la misma profesional que declaró a favor de Agustín Rosa Torino, el sacerdote que el año pasado fue condenado a 12 años de prisión por abusos sexuales cometidos en el instituto religioso “Hermanos Discípulos de Jesús de San Juan Bautista”.
Asimismo una de las juezas de la Sala II del Tribunal de Juicio de Orán le hizo notar a Naranjo que su descripción de Zanchetta mostraba diferencias con respecto a la que hizo otra psicóloga que trabajó con ella en la pericia al religioso. La magistrada le hizo esta observación porque su colega había indicado en sus informes que en el religioso había percibido aspectos que sugerían una posible “identificación sexual con personas de su mismo género”, pero Naranjo no había mencionado nada al respecto.
Los dos jóvenes que denunciaron a Zanchetta (M.C. y G.G) declararon el lunes, en la primera jornada del juicio, y contaron que los abrazaba por la espalda y los rozaba, entre otras cosas.
Luis Díaz, el administrativo del Obispado de Orán que denunció cuando a Zanchetta le encontraron fotos pornográficas en el celular, declaró ayer que el religioso quiso acercarse a él luego de la acusación. Díaz aseveró que tuvo miedo porque “monseñor estaba visitando a los que venían a declarar, para convencerlos que desistan de denunciarlo”.
Por otra parte, declaró otro exseminarista, cuyas iniciales son K.M, que aseguró que el religioso le “apoyó sus genitales” por detrás. “Yo reaccioné mal, lo empujé pensando que era un compañero y se enojó”, contó. También aseguró que entonces temía que lo echen porque “Zanchetta decía que era amigo el Papa, que si él quería no me dejaban entrar nunca más a ningún seminario”.
El joven agregó que, ante su molestia, Zanchetta lo tildó de “huérfano emocional” y usó información sobre su familia para tratar de manipularlo.
Consultado sobre por qué no denunció aquel grave hecho, el exseminarista respondió: “Porque viví un hecho más fuerte con otro sacerdote que después sí denuncié. Tuve miedo, desesperación porque la Iglesia me dejó solo. Le pedí ayuda al obispo actual (Scozzina) con lo que me pasaba con el otro sacerdote”. Hace dos años, K.M. asentó una denuncia por abuso contra el cura Fernando Páez.
El joven también fue consultado sobre dos cartas contradictorias que escribió al dejar el seminario: en una acusaba a Zanchetta y en otra desmentía la denuncia y aseguraba haberla hecho por presiones. El joven explicó que se contradijo porque fue amenazado. “Salía con una chica más chica que yo y los padres Subelza y Páez me dijeron que irían a hablar con sus padres para que me denunciaran”, aseveró.
A su turno, el sacerdote Carlos Subelza desmintió haber ejercido presión y dijo desconocer sobre cualquier tipo de abuso. También defendió a Zanchetta y dijo que otro sacerdote (Martín Alarcón) “influyó” en las denuncias de los jóvenes contra el exobispo. Hoy habrá un careo entre el sacerdote y el exseminarista por “la carta escrita bajo amenaza”.
Otro testimonio a favor del religioso fue el del sacerdote de Yrigoyen, Rubén Guerrero, quien consideró que hubo “saña” de parte de tres sacerdotes que habían denunciado a Zanchetta por irregularidades en el manejo del Obispado y que lo acusaron de “haber integrado una asociación ilícita para estafar al estado con subvenciones”, en referencia a las denuncias económicas que se hicieron en el obispado por la administración del Instituto Muguerza y por el cual se allanó el arzobispado. Mientras que, paralelamente el sacerdote admitió que “hubo una auditoría y un faltante”.