Cinco juicios orales, dos policías condenados a prisión perpetua, otros catorce absueltos, un prófugo aún con pedido de captura internacional y un testigo “ejecutado” cuyo crimen nunca tuvo ningún acusado, es el saldo de un caso paradigmático de violencia institucional como el de Andrea Viera, ocurrido en mayo de 2002.
“Se cumplen veinte años de una justicia incompleta e irreal, aunque este caso no quedó impune”, dijo hoy a Télam Eugenia Vázquez, hermana de Andrea, la joven embarazada que fue torturada y asesinada a golpes tras ser detenida en mayo de 2002 junto a su pareja por efectivos en una comisaría de la localidad bonaerense de Florencio Varela.
Por el hecho, solo dos efectivos fueron condenados a prisión perpetua, mientras que otros tres recibieron penas menores, en un proceso arduo en el que la familia siempre contó con el acompañamiento de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, la agrupación H.I.J.O.S, los Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas y Abuelas de Plaza de Mayo.
“También siempre estuvo el pueblo de Varela en su conjunto. Ahí no hubo distinciones entre oficialistas, opositores, organizaciones sociales y de derechos humanos”, resaltó Vázquez.
La mujer señaló que por el crimen “hubo cinco juicios y pocas condenas” con dos “perpetuas firmes” y que con su familia no permitieron que haya más debates para que los testigos no sean “revictimizados”.
“Cuando vienen los chicos a testimoniar son revictimizados y vulnerados porque los defensores primero los atacan para saber por qué estaban presos en ese momento, y en realidad vienen a declarar por mi hermana y no por el caso de ellos, por eso no lo permitimos más”, dijo.
La hermana de Andrea recordó que el primer juicio fue en 2006, cuando fue condenada a prisión perpetua la cabo primero Marta Jorgelina Oviedo, mientras que resultaron absueltos por el beneficio de la duda otros cuatro policías: David Gutiérrez, Carlos Maidana, Oscar Luciano Farías y Diego Herrera.
“No podemos olvidar nunca la ejecución de Jorge Galván Plaza. Fue una ejecución mafiosa de la Policía que ocurrió el 27 de abril de 2007 y lo dejaron en un arroyo del barrio Pepsi”, recordó Vázquez.
Ese hombre de 33 años fue uno de los 22 testigos que declararon durante el debate oral y que presenciaron las torturas a Andrea en la comisaría 1ra. de Florencio Varela, donde estaban detenidos.
“Sin esos testimonios hoy no hubiéramos tenido las perpetuas, ni siquiera con el mejor acompañamiento y nuestros principales testigos fueron 22 muchachos y hoy quedan 21 porque a Galván Plaza lo ejecutaron”, destacó Eugenia.
Mientras que en 2011 hubo un segundo juicio con seis policías sentados en el banquillo de los acusados, pero solo David Gutiérrez fue condenado a 10 años de cárcel y Daniel Maidana a 4, pero como éste último ya había estado detenido ese día quedó en libertad.
En tanto, en 2013 el excabo Marcelo Aquino recibió prisión perpetua por el delito de “tormentos seguidos de muerte” y el exsuboficial, Pedro Mensi, fue absuelto.
Eugenia dijo que en mayo de 2017 fue absuelto el excomisario José Oscar Sita, mientras que el exsubcomisario Rafael Ominelli continúa hoy con pedido de captura internacional, pero a pesar de eso trabajó como “jefe de seguridad en el club Independiente y luego tuvo una inmobiliaria en Villa Elisa, partido de La Plata”.
Por último, en febrero de 2018 hubo cuatro policías acusados, pero el principal testigo, la pareja de Andrea, no se presentó al debate oral y fueron absueltos.
“Mi cuñado tiene las secuelas hasta hoy de haber presenciado y escuchado las torturas a su compañera de vida y él nunca se recuperó de ese hecho”, afirmó la hermana de la víctima.
Eugenia sostuvo que “gracias a los acompañamientos el caso de Andrea fue señalizado rápidamente con una placa en la pared de la comisaría con la carita de ella que hizo un escultor y enfrente el municipio colocó un monolito hecho por Orlando Palomo, ya fallecido”.
El hecho ocurrió el 10 de mayo de 2002, cuando Viera (25) y su pareja, Gustavo Cardozo, salieron de su casa en Florencio Varela para visitar un familiar y en el camino se bajaron del colectivo 324 porque ella estaba descompuesta.
La pareja se sentó en el umbral de una casa y de repente un grupo de policías la detuvo tras acusarla de haber disparado contra un efectivo poco antes en un tiroteo en el que murió un joven.
Viera fue llevada a una dependencia de la seccional donde la cabo Oviedo y otros policías querían que confesara su participación en el tiroteo en el que había resultado herido el policía.
Entonces, le gritaron “rata”, le tiraron del pelo y la golpearon arriba de un escritorio hasta dejarla desmayada.
Ante esa situación, los policías llamaron a una ambulancia que trasladó a la joven al hospital “Mi Pueblo”, donde murió doce días más tarde.
Por su parte, Cardozo también fue golpeado mientras estaba preso en un sector de contraventores de la comisaría, pero como fue liberado al día siguiente se convirtió en el testigo clave para esclarecer los hechos.