Profesionales de la Sociedad Argentina de Cirugía de la Obesidad (SACO) aclararon que si bien el balón intragástrico (BI) es una herramienta útil para el descenso de peso, “no es un procedimiento inmediato”, no reemplaza a la cirugía pertinente, y para tratar la obesidad recomendaron un abordaje “multidisciplinario”, a propósito de la notoriedad que alcanzó el programa que busca implementarlo.
“Si bien el balón intragástrico ayuda al descenso de peso durante su permanencia, luego de retirarlo no garantiza el sostenimiento de dicha disminución si el paciente no modifica sus hábitos, haciendo que su colocación no haya tenido sentido”, aclararon en un documento difundido hoy por la institución.
Según consideraron, para abordar la obesidad, una enfermedad crónica de causas multifactoriales que es una “pandemia que afecta a un número creciente de personas”, la medicina “se esfuerza por encontrar distintas alternativas terapéuticas”, y entre ellas se encuentra al balón intragástrico.
“Los balones intragástricos son una herramienta útil pero por ser la obesidad una enfermedad crónica y requerir un tratamiento y seguimiento prolongados, desde la SACO queremos alertar que no es un procedimiento inmediato”, enfatizó el doctor Jorge Harraca, presidente de la organización médica.
En ese sentido, el especialista precisó que los balones intragástricos se colocan tanto mediante endoscopía como sin endoscopía dentro del estómago, donde ocupan un espacio y generalmente generan en el paciente cierta restricción para la alimentación.
“Son una modalidad de tratamiento que está reservada para pacientes que tienen apenas un discreto exceso de peso y necesitan una ayuda para modificar sus hábitos o para pacientes que tienen un grado de obesidad tal que deben descender de peso antes de realizarse una cirugía bariátrica”, detalló.
“También en ocasiones especiales, como es la realización de algún tipo de procedimiento quirúrgico para el cual el paciente debe descender de peso, como ocurre con algunas operaciones traumatológicas y ortopédicas”, añadió.
Harraca aclaró, además, que en el tratamiento de la obesidad “es necesario modificar los hábitos y estas herramientas ayudan, pero no son todo para la solución de una enfermedad crónica como es la obesidad”.
El médico también aseguró que el balón intragástrico es un elemento dentro de un enfoque más amplio que debe incluir los cambios de hábitos alimentarios, la educación, el control médico y emocional, factores indispensables al momento de tratar esta enfermedad crónica.
Por eso, el experto hizo hincapié en la necesidad del abordaje “multidisciplinario” de la obesidad, con participación activa de especialistas de clínica, nutrición, cirugía y psicología, entre otros.
Desde la institución resaltaron, además, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que para 2025 un total de 167 millones de adultos y niños serán menos saludables por tener sobrepeso u obesidad. Y subrayaron que la SACO “no tiene vínculos” con el programa y sólo brindaron detalles sobre su posición frente a este tipo de alternativa terapéutica.
En el documento de posición respecto de los balones intragástricos (BI), explicaron que son “una opción mínimamente invasiva para el tratamiento de la obesidad, que basan su mecanismo de acción en la ocupación parcial de la luz del estómago disminuyendo el volumen de ingesta, requerido para conseguir saciedad”.
Y que el dispositivo ganó popularidad debido a “su perfil de seguridad alto y frecuente buen resultado en la pérdida de peso a corto plazo”, pero aclararon que si bien “muchos estudios han demostrado la eficacia” de estos dispositivos, “no es comparable con los resultados obtenidos por la cirugía, avalados por numerosa bibliografía que compara ambos métodos”.