El padre Stocchetti, salesiano de 85 años, en la Diócesis de Quilmes fue párroco de San Juan Bosco entre 2011 y 2016, y miembro del Consejo Presbiteral. En aquellos años fue un gran defensor de los cartoneros de Villa Itatí, a quienes acompañó con gran compromiso en su resistencia a la prohibición de la tracción a sangre.
Benjamín en 2012 fue víctima de una feroz golpiza durante un asalto a la parroquia ubicada en calle Formosa 159, en Don Bosco. Después de este incidente, regresó a su Neuquén natal.
Stocchetti era hijo de inmigrantes italianos que llegaron a la Argentina, y se instalaron en Neuquén y se dedicaron a la actividad minera, para luego convertirse en comerciantes. Él y dos hermanos asistieron al colegio de curas de Fortín Mercedes (sur de Buenos Aires) y sus padres se trasladaron a Chos Malal. Luego partieron hacia el Valle neuquino.
Benjamín “desarrolló su vocación de sacerdote en distintos lugares de la Patagonia, siempre con su carácter alegre, sabio, consejero y sin miedo a decir las verdades, como formador de generaciones de alumnos”, señaló el historiador neuquino Isidro Belver.
Fue docente en el Instituto Salesiano Juan XXIII, expresando en aulas y capillas su mensaje cristiano, y “se salvó de milagro del feroz ataque de los comandos militares de Bahía, que dejó compañeros muertos”. Años después, en octubre de 2020 declaró valientemente como testigo en el juicio por el asesinato del salesiano Carlos Dorñak en los años oscuros.
Sobre su etapa en la Diócesis de Quilmes, Belver apuntó: “Ya jubilado y a cargo de una humilde parroquia de Buenos Aires, chicos drogadictos a los que ayudaba en su recuperación, con ayuda de cómplices, lo golpearon salvajemente para robarle y otra vez se salvó de milagro. Su descanso final fue la vuelta a su tierra natal como párroco de Chos Malal, con grupos y misiones con jóvenes y adultos en todo el norte neuquino”, completó el historiador.
Sus últimos momentos, desde marzo de 2021, los pasó en la Casa Madre de los Salesianos en Bahía Blanca, donde se le brindó apoyo y acompañamiento, mientras él “siguió escribiendo, recuerdos, consejos, sermones y comunicándose con sus afectos de la vida”.