Eduardo Gonzalo Redondo es el nombre del nuevo Obispo Auxiliar de la Diócesis de Quilmes, según fue nombrado por el Papa Francisco días atrás. Recibió la noticia en donde había sido enviado a misionar, en el Perú, desde donde escribió una sentida carta de presentación a la grey católica de Quilmes, Florencio Varela y Berazategui.
El nuevo prelado de 55 años, expresó sentirse muy sorprendido por la designación, al tiempo que se calificó como “ninguna otra cosa más que un cura”. Estos son fragmentos de su carta de presentación:
“El Señor siempre ha sido bueno conmigo, siempre ha sido fiel, a pesar de mis fragilidades, de mi pequeñez y de mis temores. Su amor me puede, su Pueblo me enamora, me quita el miedo y me regala Su confianza”.
“El Papa Francisco explica con su vida sencilla y con sus palabras que: ‘El episcopado es un servicio, y nunca deberá ser un cargo honorífico del que vanagloriarse’. Con estas palabras sabias de nuestro querido hermano mayor Francisco, quiero asumir este servicio ofreciendo mi disponibilidad, presencia y cercanía, y llegar al corazón de cada uno de ustedes, mis hermanos y hermanas muy queridos, darles un abrazo sincero y fraterno. Cuánto me gustaría compartir un mate con cada uno. Estos signos tan nuestros nos acercan y nos hacen más hermanos”.
“Hoy les abro el corazón y los abrazo desde la sierra del Perú, en Huancayo, a los 3200 metros de altura, donde el Señor me ha enviado como misionero. Quiero compartirles mis deseos de paz, de unión, de salud y de trabajo para todos, en este tiempo en que Jesús nos invita y nos provoca a caminar juntos como Pueblo en la Iglesia de Jesús”.
“La noticia de que el Papa Francisco me ha elegido para este servicio de ser Padre Obispo auxiliar de la diócesis de Quilmes, además de inesperada, me agarró como un baldazo de agua fría. Nunca he sido otra cosa más que un cura, soy sencillamente un “compañero de trabajo de Dios” (1Co 3,9), y no he buscado ser más que eso, que, además, me queda grande”.
“Como a Moisés, cuando quiso acercarse y mirar a la zarza ardiente, Dios me dice: ‘Quitate las sandalias, la tierra que pisas es tierra sagrada’ (Ex 3,5). Así quiero vivir y estar con ustedes. Junto al Padre Obispo Cacho Tissera, hombre de Dios y muy cercano con su pueblo, quiero ser un hermano menor y un aprendiz de pastor. Tenerlo a él como padre y Obispo es como un bálsamo que, en medio de tantas situaciones nuevas, me pacifica el corazón”.
“Soy argentino, tengo 55 años, nací en Parque Patricios, fui ordenado sacerdote en Mataderos en 1998, y soy sacerdote operario diocesano, mi familia en la Iglesia. Los operarios me han enseñado a ser cura, me enseñaron a rezar con los pies en la tierra y el corazón en Papá Dios, a ser y hacer familia con mis hermanos sacerdotes y con todos, compartiendo la vida y la misión juntos, trabajar al servicio de los jóvenes, las vocaciones, los sacerdotes, las parroquias, siempre comenzando por los últimos”, agregó el obispo auxiliar Eduardo Gonzalo Redondo.