El Tribunal Oral Federal (TOF) 1 de La Plata, que juzga a 15 represores, realizó ayer una inspección ocular en el excentro clandestino de detención conocido como “Pozo de Quilmes”.
El presidente del TOF 1, Ricardo Basílico, encabezó la inspección junto a las querellas y las defensas y varios sobrevivientes en el excentro ubicado en las calles Alison Bell y Garibaldi, donde funcionó la Brigada de Investigaciones de Quilmes durante la última dictadura militar. Estuvieron sobrevivientes, exdetenidos, entre otros.
“Desde el 1° de enero de 1977, el mencionado edificio -ubicado en Allison Bell y Garibaldi de la localidad de Quilmes- permaneció a disposición de la autoridad militar”, según consta en la elevación a juicio.
La investigación demostró que al Pozo de Quilmes “ingresaban miembros del Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas del Ejército Uruguayo -O.C.O.A.- que eran los encargados de tratar con un numeroso grupo de detenidos de nacionalidad uruguaya, a quienes, entre otras cosas, interrogaban”.
En cuanto a las condiciones de detención, las víctimas revelaron que sufrieron torturas “bajo la aplicación de la picana eléctrica, submarino, golpes, simulacros de fusilamiento”, además de haber sido “obligadas a escuchar el sufrimiento de otros y otras compañeras de cautiverio”.
Positivo
Se hicieron presentes el titular del TOF 1, Ricardo Basílico, y los integrantes del tribunal Walter Venditti y Esteban Carlos Rodríguez Eggers; la auxiliar fiscal de la Unidad Fiscal de Delitos de Lesa Humanidad de La Plata, Ana Oberlín; la defensa oficial de los 15 imputados y más de 10 sobrevivientes, quienes durante el procedimiento debieron revivir lo padecido en ese lugar e identificar dónde estaban sus calabozos.
También participó de la inspección el nieto recuperado Pedro Nadal García, hijo de Jorge Nadal e Hilda Magdalena García, quien fue apropiado tras ser secuestrado junto a su madre cuando tenía un año, el 5 de marzo de 1976 frente a la Brigada de Quilmes. Su madre está desaparecida y él recuperó su identidad en octubre de 2004.
Además recorrió el lugar Julio Santucho, padre del nieto 133 restituido en julio último y su hermana María Santucho, que estuvo secuestrada allí.
Ana Oberlín explicó que “las inspecciones oculares son importantes porque es la forma en que los jueces ven, de manera directa, los lugares, pueden entender las dinámicas en las cuales se produjeron los delitos que se están juzgando y comprender por qué en muchos casos se podían escuchar de un lugar a otro por la acústica del lugar”.
“Estamos muy satisfechos con la medida, se pudo ver, con las dimensiones del lugar, respecto a lo que declararon (los sobrevivientes) que escuchaban en aquel entonces que ocurría en otros lugares del Pozo”, explicó la fiscal.
Uno de los sobrevivientes que recorrió el excentro fue Rubén Schell, quien en mayo de 2022, al brindar testimonio en el juicio que se sigue a los 15 represores lo hizo vía zoom desde el Pozo de Quilmes.
“Lo hago desde acá porque el día que salí juré a mis compañeros recordarlos y honrar sus memorias”, dijo firme pero emocionado en aquella oportunidad, mientras a su espalda tenía las fotos de las 100 víctimas detenidas desaparecidas que pasaron por ese excentro.
Schell fue secuestrado el 12 de noviembre de 1977 por una patota cuando se aprestaba a ingresar a su casa, le cubrieron la cabeza con un buzo y lo metieron en el baúl de un automóvil donde había otro joven secuestrado, con el que fue llevado al Pozo de Quilmes, donde apenas llegaron les hicieron un simulacro de fusilamiento.