A 22 años de la tortura y muerte de Andrea Viera en la Comisaría 1° de Florencio Varela bajo el lema “Memoria Verdad Justicia” las organizaciones sociales convocan a una jornada de debate sobre la violencia institucional en la UNAJ que se hará mañana desde las 17 en Avenida Calchaquí 6200.
La actividad estará coordinada por Eugenia Vázquez, secretaria de Derechos Humanos de la CTA de Varela y hermana de la víctima; participarán la Madre de Plaza de Mayo, Tota Guede; Walter Bosisio, director del Programa de DDHH de la UNAJ; María Caro, mamá de Santiago Ledesma; Guillermo Ñañez, codirector del Programa de DDHH de la UNAJ y miembro de APDH Conurbano Sur; Osvaldo Cáceres, secretario general de la CTA de Varela y Lorena Giorgetti, secretaria de DDHH de la CTA Buenos Aires.
Convocan además la UNAJ; CTA Buenos Aires; ADIUNAJ, entre otros.
El caso
El 10 de mayo de 2002, Andrea Viera y Gustavo Cardozo fueron detenidos sin mediar incidente previo e ingresados en la Comisaría Primera de Florencio Varela. Tras distintas torturas, a ella la sacaron inconsciente y falleció luego de doce días. Fue la primera mujer asesinada en una comisaría desde la recuperación de la democracia.
Ese día de 2002 Andrea y Gustavo se bajaron de un colectivo en la esquina de Salta y López Escribano, en la estación Zeballos. Allí había un gran despliegue de policías armados y de civil por un supuesto intento de robo en el que un oficial había resultado herido. Luego de alejarse unas cuadras, fueron abordados por cinco patrulleros y señalados por la agente Marta Jorgelina Oviedo Salazar. Los esposaron y trasladaron a la comisaría, y en el trayecto ya fueron maltratados. Al ingresar, son llevados a distintos sectores y es la última vez que se ven. Veintidós presos testificaron lo que había sucedido durante esas horas.
Cerca de las diez de la noche, llegó el denunciante inicial del hecho y, en la rueda de reconocimiento, descartó que sea Andrea. La vio desmayada en el piso. Había quedado perdido el conocimiento por las vejaciones que recibió para que confesara. Decidieron llevarla al Hospital Mi Pueblo en una ambulancia que no hizo sonar su sirena. Tras doce días falleció y el forense aseguró que podría haber sobrevivido a los golpes pero no a la sofocación manual cuando ya estaba inconsciente. Tenía 25 años y estaba embarazada.