Desde su estreno semanas atrás en salas del circuito comercial, el documental sobre la vida de Nora Cortiñas sorprendió con la gran afluencia de público. «Funcionó el boca en boca», comentan desde la producción en las salas nacionales.
«La gente le está devolviendo parte del amor que generó», dice Francisco Villa, uno de los productores de la película. Su rol en el documental es una muestra de cómo el proyecto fue creciendo a paso lento durante los 7 años de proceso: arrancó filmando desde las primeras escenas, de la mano del impulsor del proyecto, el periodista australiano Jayson McNamara. Luego se hizo cargo de la fotografía, y también se sumó a la producción. El rostro de Villa mezcla cansancio con cierto alivio. El estreno de una película siempre genera ansiedad y una serie de preguntas: ¿vendrá la gente al cine? ¿Hasta dónde se notará la crisis económica?. A pesar de ello, la sala menos concurrida llega a tres cuartos de los asientos ocupados.
Villa asegura que la figura de la referente de las Madres de Plaza de Mayo es capaz de generar movida colectiva y algo así como responsabilidad militante. «La gente está cansada de ver cine en soledad y quiere volver a vivir la experiencia de ver cine en grupo. Esta película propone una salida distinta, entre consumo cultural y militancia política, en medio de una realidad abrumadora. Como siempre Norita diciendo PRESENTE en los escenarios más difíciles», sostiene.
La suerte de la película para las semanas posteriores dependerá de la cantidad de gente que asista durante la primera. Si bien en las salas se sorprenden por el éxito, sobre todo porque se trata de un documental, que suele correr en desventaja frente a las ficciones, no deja de sorprender la demanda de la gente hacia la producción.