Una escucha telefónica donde el acusado Nicolás Pachelo menciona de manera denigrante a María Marta García Belsunce fue incorporado al juicio oral por el crimen de la socióloga, donde además un testigo criticó duramente al primer fiscal del caso, Diego Molina Pico, al asegurar que tenía “una vocación por rehuir de todo lo que involucrara” al vecino sospechoso y que fue “el principal encubridor” del homicidio.
Además, la quinta audiencia del tercer juicio por el hecho que tiene en el banquillo de los acusados al vecino y a los exvigiladores Norberto Glennon (57) y José Ortiz (45), contó con el testimonio de un empleado de seguridad del country Carmel, quien aseguró que a pedido de sus superiores durante las semanas previas al crimen tuvo que realizar un seguimiento especial sobre los movimientos de Pachelo y de su entonces esposa, a quienes apodaban “Romeo y Julieta”, ante las sospechas que recaían sobre él por robos en el predio.
Con un poco de demora, Pachelo (46) ingresó a la sala de audiencias cerca de las 10.50. Vestido de jeans, campera negra y portando la ya tradicional bolsa de nylon negra en la que lleva un cuaderno con anotaciones que realiza durante el debate, el vecino llegó con gesto adusto y comenzó a dialogar con sus abogados.
Tras el ingreso de los jueces Federico Ecke, Osvaldo Rossi y Esteban Andrejin, la audiencia comenzó con la reproducción de tres escuchas telefónicas de Pachelo que ya habían sido mencionadas ayer por el excomisario Alejandro Elorz, en una de las cuales el vecino del Carmel hacía referencia a que poseía un fusil en su casa del barrio privado.
“Es todo negro, con culata negra, y carga tres tiros. Es una bestia, tirás a un árbol y lo partís, es una bestia”, se escucha decir a Pachelo en una comunicación telefónica con otro hombre.
Pero la escucha más llamativa fue otra en la que Pachelo habla con un amigo y menciona de manera denigrante a María Marta García Belsunce, a quien trata de “vieja conchuda”.
Tras ello, ingresó el testigo Fernando Sansuste, quien al momento del hecho era vecino del Carmel y vicepresidente de la Comisión Directiva del barrio privado.
En su relato, el hombre expresó que se sintió intimidado por Pachelo meses antes del hecho, cuando denunció que el ahora acusado le robó sus palos de golf y días más tarde aparecieron las fundas de esos objetos colgadas de árbol de su casa.
Sansuste, que fue presidente del country meses después del crimen de María Marta, dijo que los días posteriores al robo de sus palos, los encontró a la venta en la tienda del drive de Costanera Norte, cuyo dueño le confirmó que se los había comprado a Nicolás Pachelo.
“Se avisó a Gendarmería que esta persona (Pachelo) tenía que ir a retirar la plata de los palos vendidos. Fue y quedó filmado. Ahí no quedó ninguna duda que él había participado de todo esto”, afirmó el testigo que denunció el hecho ante un juzgado de la Capital Federal.
El testimonio de este vecino generó una de los dos fuertes cruces que mantuvo el fiscal general adjunto de San Isidro Patricio Ferrari con el juez Andrejin, a quien acusó de ser “parcial con las preguntas”.
“Andrejin intenta investigar sobre el hecho, es algo que excede el marco indagatorio”, dijo Ferrari y solicitó que “conste en actas la queja”.
Pachelo siguió el debate de manera tranquila, con sus brazos cruzados y por momento apoyado en contra la pared o en las sillas de sus abogados.
En tanto, luego ingresó el testigo Carlos Alberto Villalba, quien en octubre de 2002 trabajaba como vigilador y estaba a cargo de un seguimiento especial de Pachelo y de su esposa, a quienes había denominado “Romeo y Julieta”.
Villalba, quien trabajó 20 días en el Carmel y que un testigo ayer lo denominó “la sombra” de Pachelo, es un hombre con problemas de visión en ambos ojos que aclaró que en el momento del hecho apenas “podía ver un bulto” y era imposible distinguir a las personas.
“Yo tenía que modular cuando se movían en el auto, pero como tengo problema en la vista, veía un bulto que era el auto rojo y modulaba que se movía “, explicó el entonces vigilador, quien aclaró que nunca le dijeron por qué motivo tenía que cumplir esa función.
De acuerdo a la investigación, el seguimiento a Pachelo había sido solicitado por las autoridades del Carmel a la empresa de seguridad del barrio como consecuencia de las denuncias por los robos de palos de golf en distintas casas.
Sin embargo, el 27 de octubre de ese año, justo el día del crimen de María Marta, el vigilador no estuvo cumpliendo su rol de “sombra” de Pachelo, porque le pidieron que fuera a otro country, aunque no recordó en el juicio quién fue la persona que le ordenó la modificación de su lugar de trabajo.
Por último, fue el turno de Alejandro Arauz Castex, miembro de la Comisión de Seguridad de Carmel, quien apuntó a Pachelo y criticó la labor del fiscal Molina Pico en la investigación del crimen de la socióloga.
En su declaración ante el Tribunal, el testigo dijo que “Pachelo fue la persona que estuvo más cerca del lugar del asesinato y del momento del hecho”, y también brindó detalles sobre el supuesto robo del cofre en la casa de María Marta con una chequera, cuya denuncia “el fiscal no quiso incluir en el expediente”.
“Ahí confirmé una vez mas que había una vocación por rehuir todo lo que involucrara a Nicolás Pachelo”, dijo el hombre, quien explicó que durante esa época en el barrio existieron “robos, amenazas y extorsión” que apuntaban a Pachelo.
“Puedo entender el error inicial de Molina Pico, pero todos los demás son actos premeditados para evitar investigar lo que no quería. No tiene perdón de Dios. Fue una investigación inconducente, guiada por una persona dispuesta a entorpecerla y encubrirla”, sentenció.
María Marta fue ejecutada a balazos en su casa del country Carmel, de Pilar el 27 de octubre del 2002, y para los fiscales el robo fue el móvil del crimen. Por primera vez en la historia de la causa, en este juicio Carrascosa (77) actúa como particular damnificado tras casi 20 años en los que fue imputado, juzgado, condenado primero por encubrimiento y luego a perpetua como autor del homicidio, estar preso entre 2009 a 2015 en un penal y un año más en prisión domiciliaria, recuperar su libertad y ser absuelto de manera definitiva por la Corte Suprema en 2020.