En el Día de la Memoria, Verdad y Justicia, la Vicaría de Solidaridad de la diócesis de Quilmes difundió un comunicado con el título “Felices los que trabajan por la Justicia y la Paz”.
“Queremos honrar la Memoria de los/as 30.000. Queremos seguir siendo fieles a la herencia que nos dejó nuestro primer obispo, el siervo de Dios Jorge Novak, defendiendo los Derechos Humanos”, se puntualiza en el mensaje, para agregar a conntinuación: “Queremos buscar Justicia que, como nos pide el papa Francisco, permita construir la amistad social y se traduzca en vida abundante para nuestros pueblos”.
“Los desafíos son innumerables. Frente a tamaña tarea, podemos sentirnos impotentes y quedar inmovilizados. El llamado de Jesús en el Monte de las Bienaventuranzas nos sigue congregando: ‘Felices los que trabajan por la Paz’, ‘Felices los perseguidos por practicar la Justicia'”, se afirma en el texto.
Texto del comunicado
Escribía magistralmente Helder Camara, en su libro “Espiral de violencia” (1970) que la humanidad estaba amenazada por la violencia. Y que “la primera de todas las violencias” era la injusticia que padecía una multitud en todo el mundo, especialmente en el mundo subdesarrollado. Esta violencia “atrae a la violencia número dos: la revolución, o de los oprimidos o de la juventud decidida a luchar por un mundo más justo y más humano”. La violencia “número tres” no tardará en llegar, decía: “la represión del gobierno con el pretexto de salvaguardar el orden público, la seguridad nacional, el mundo libre”. Se cae, entonces en una espiral o engranaje de violencia. Podríamos agregar que esta última represión se alimenta de intereses y poderes transnacionales.
Desde este espiral podemos entender el 24 de Marzo de 1976, inicio de una de las experiencias más dolorosas en la historia argentina. La última dictadura cívico-militar, autodenominada “Proceso de Reorganización Nacional”, dejó el saldo de 30.000 desaparecidos/as (en su mayoría jóvenes), una deuda externa impagable y una deuda interna lacerante. La violencia únicamente sirve a los intereses de los poderosos. La fuerza utilizada para consolidar una estructura de negocios y la injusticia en el cuerpo social. Como diría aquella letanía del Documento de Puebla (1979): “ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres”.
47 años del Golpe (1976-2023). Día de Memoria, Verdad y Justicia. Un momento necesario para volver a repensar la historia e iluminar nuestro presente. Ayer como hoy el dilema es el mismo: seguir abonando un sistema de injusticia es colaborar con un mundo cada vez más violento. Sólo la justicia es fundamento de paz verdadera.
40 años de Democracia (1983-2023). Que sigue requiriendo Memoria histórica para poder tener esperanza y futuro. Que necesita de Verdad en las identidades que faltan restituir y en los nietos y nietas que necesitamos recuperar. Sí, jugarse por la Verdad en estos tiempos donde abundan “noticias falsas”. Democracia que espera una Justicia que esté al servicio del bien común y no se convierta en una “corporación” que defiende mezquinos intereses. Justicia para quienes ven desaparecer hoy sus seres queridos en redes de delito organizado; Justicia para las mujeres violentadas; Justicia para nuestros jóvenes que mueren por el gatillo fácil o el consumo de drogas; Justicia para las víctimas de abusos. Queremos vencer a fuerza de más democracia los discursos de la anti política y del odio.
Dos de cada tres niñas y niños de Argentina (66%) son pobres por ingresos o están privados de derechos básicos, como el acceso a la educación, a la protección social, a una vivienda o un baño adecuado, al agua o a un hábitat seguro, reveló un informe de UNICEF, el 15 de febrero de este año. La “primera violencia” se ha profundizado y se ejerce en la población más vulnerable.
Mientras nuestro país crece macroeconómicamente, la distribución de la riqueza sigue siendo desigual. La concentración de la riqueza que se produce sigue en pocas manos. El “gran abismo” que describe el Evangelio de Lucas (16,26) entre el rico y el pobre Lázaro sigue siendo actual, y cada vez más violento. Se sigue temiendo más la caída de un banco que la de multitud de seres humanos bajo la línea de la pobreza.
Queremos honrar la Memoria de los/as 30.000. Queremos seguir siendo fieles a la herencia que nos dejó nuestro primer Obispo, el siervo de Dios Jorge Novak, defendiendo los Derechos Humanos. Queremos buscar Justicia que, cómo nos pide el Papa Francisco, permita construir la amistad social y se traduzca en vida abundante para nuestros pueblos.
Los desafíos son innumerables. Frente a tamaña tarea podemos sentirnos impotentes y quedar inmovilizados. El llamado de Jesús en el Monte de las Bienaventuranzas nos sigue congregando: “Felices los que trabajan por la Paz”, “Felices los perseguidos por practicar la Justicia”.