En la audiencia 109 del Juicio Brigadas, el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata -que está integrado por Walter Venditti, Esteban Rodríguez Eggers y Ricardo Basilico- escuchó ayer los testimonios de los sobrevivientes Julio Daniel Chachagua, Rodolfo Horacio Monzón y Alfredo Ramos; el de Carolina Ortiz, hija del desaparecido Pedro Alberto Ortiz, y el de Alicia Susana Quiroz, viuda de Horacio Rapaport.
Julio Daniel Chachagua, sobreviviente, fue el primero en declarar en la audiencia virtual. Fue secuestrado el 15 de junio 1977 cerca de la medianoche. “Violan la puerta delantera y trasera unas 10 personas armadas”, contó. Estaba durmiendo cuando fue sacado de la casa, de San José, a los golpes. Su compañera, Celia Regina Paredes, estaba embarazada de seis meses.
Ya en el centro clandestino de detención, fue sometido a un interrogatorio. “Me dan unos golpes y empiezan las amenazas. Tenía que decir todo lo que sabía o iba a ir directamente a la parrilla”, mencionó ante el Tribunal y las partes. Compartió calabozo con jóvenes de poco más de 20 años.
Finalmente, fue liberado. “Cuando no escuches más el motor del auto, te levantás”, le dijeron, y lo dejaron con los ojos vendados en plena calle. “Yo ya me había despedido de todos”, admitió el sobreviviente.
En el cierre del testimonio, admitió que “lo vivido se vuelve muy presente” y agradeció al Tribunal la “posibilidad de contar lo que ha sucedido” y deseó que “la gente que estaba en la espera, vea una luz”, aludiendo a todos aquellos que no pudieron volver a ver a sus seres queridos. “Valoren su libertad, esa que les permite ser y pensar”, le dijo a la juventud de hoy, al tiempo que aclaró que “Argentina vivió una etapa que nadie debe borrar ni olvidar”.
Rodolfo Horacio Monzón fue el segundo testigo. “Estuve privado de la libertad seis o siete días”, recordó. Era militante de la Juventud Trabajadora Peronista. Estaba junto a su compañera y su hijo, de 1 año, cuando irrumpieron en la casa -de Quilmes- en la madrugada del 20 de octubre de 1976, días después de haber participado de una volanteada en la zona de fábricas metalúrgicas de Quilmes y Florencio Varela por el Día de la Lealtad (17 de octubre).
Ya en el centro de detención, fue sometido a la tortura. “Bajamos una escalera y me pusieron en un elástico de cama. Me ataron, me mojaron y me picanearon”, contó. Luego, fue trasladado nuevamente al calabozo. Estuvo detenido en el Pozo de Quilmes.
Cuando lo liberaron, en la avenida Calchaquí, pensó que lo iban a matar. Se repitió la misma lógica que con otros sobrevivientes, le dijeron que caminara sin sacarse la venda por un tiempo y no mirara el vehículo que lo llevó hasta allí.
Carolina Ortiz fue la tercera en prestar declaración en este juicio. Es hija de Pedro Alberto Ortiz. “A papá se lo llevaron a los 29 años de edad”, comenzó con el relato. Trabajaba en una fábrica militar de Wilde, era encargado sindical, estudiaba y militaba en la JP (Juventud Peronista), además de realizar trabajo social en el barrio.
“Le apuntaban con la ametralladora y le dijeron que lo iban a matar delante de su familia si no encontraban lo que querían. Pero en casa no había nada”, aseguró la mujer, respecto al primer procedimiento en la casa, en marzo. La cuadra estaba rodeada y el operativo no se extendió por más de una hora. “Le dijeron ´vos sos el que hace quilombo en la fábrica´”, apuntó.
A los tres meses volvieron, el 15 de junio de 1977. “Papá siempre le decía a mamá que cuando lo fueran a buscar, dijera donde estaba. Y les dijo que estaba en la fábrica”, relató. Cuando ella llegó a la fábrica, ya lo habían secuestrado. “Fue algo duro saber que ya no iba a venir más”, expresó con la voz quebrada ante el Tribunal. “Siempre esperé que viniera, pero nunca más lo vimos”, completó. Pudo saber que lo habían visto en el Pozo de Banfield y existe la posibilidad de que pasara por el de Quilmes.
En el cierre, dio cuenta del dolor que persiste por esa pérdida. “Nos criamos (con su hermano) muy ausentes de todo, muy cerrados. Nos criamos solos y sin saber lo quera el mundo. Tuvimos que hacernos fuertes”, remarcó respecto del después.
La cuarta testigo fue Alicia Susana Quiroz, quien era la pareja de Horacio Rapaport. Era arquitecto y ayudante de cátedra en la Facultad de Arquitectura, militaba en Montoneros y le gustaba el cine y practicar deportes.
Fue secuestrado el 5 de agosto de 1976 junto a Francisco “Barba” Gutiérrez y trasladado a la Brigada de Quilmes. “En esa brigada lo habían torturado muchísimo”, aseguró la mujer, de acuerdo al relato del propio Horacio. “Tenía claras muestras de tortura de picana”, apuntó.
Luego, fue trasladado a la Unidad Penal 9 de La Plata. Después de un tiempo debía ir a Sierra Chica, pero lo bajaron del camión celular en el Regimiento de Infantería Nº 7, de acuerdo a testimonios. A través de un telegrama, le comunicaron a la familia que se había quitado la vida. “Es imposible la teoría del suicidio”, sentenció la mujer.
“Horacio vive en mi, en su hija Soledad, en todos los compañeros que lo conocieron, por su valentía y su coraje”, dijo para finalizar.
La quinta persona que declaró en el Juicio Brigadas fue Alfredo Ramos, sobreviviente. Fue detenido el 6 de diciembre de 1976 a la salida de su trabajo, un laboratorio farmacéutico en Lomas del Mirador. “Pase por varios lugares hasta terminar en el penal 9 de La Plata y después me concedieron salida del país”, resumió.
“Se acercaron seis o siete personas armadas, me subieron a un coche y ya me taparon los ojos y me llevaron a un lugar que le dicen el Sheraton”, relató. “Un día en la noche, me sacaron, me subieron al asiento de atrás de un coche y me llevaron al Grupo 1 de Vigilancia Aérea en Merlo. Nunca bajé del coche”, explicó. Finalmente, lo llevaron a El Infierno de Avellaneda. Mencionó que se escucharon gritos de una mujer y las obscenidades que le decían, ademadas de la tortura de la joven.
Desde allí fue trasladado a una comisaría de Ramos Mejía, donde ya no tenía los ojos vendados, y finalmente fue a La Plata. Poco tiempo después, se exilió en México, donde se instaló hasta el día de hoy.
El juicio pasó a un cuarto intermedio hasta el 4 de julio a las 8.30. Será una audiencia semipresencial.
Son juzgados, por los delitos cometidos en el Pozo de Banfield y el Pozo de Quilmes, el ex ministro de Gobierno bonaerense durante la dictadura, Jaime Smart; el ex médico policial Jorge Antonio Berges; Federico Minicucci; Carlos Maria Romero Pavón, Roberto Balmaceda y Jorge Di Pasquale. También son juzgados Guillermo Domínguez Matheu; Ricardo Fernández; Carlos Fontana; Emilio Herrero Anzorena; Carlos Hidalgo Garzón; Antonio Simón; Enrique Barré; Eduardo Samuel de Lío y Alberto Condiotti. Por los crímenes de lesa humanidad cometidos en “El Infierno” también están imputados Berges y Smart. En la audiencia 94 se sumaron acusaciones contra Juan Miguel Wolk, Alberto Candioti (tramo San Justo) y Antonio Castillo.
Miguel Ángel Ferreyro y Miguel Etchecolaz estaban imputados por los delitos cometidos en la Brigada de Lanús (el primero) y por crímenes en el Pozo de Banfield, Quilmes y el Infierno de Avellaneda (el segundo). Ferreyro falleció en octubre de 2021 y Etchecolatz murió el 2 de julio de 2022.