El caso conmocionó a la región en enero de 2019 por las características del mismo. Al empresario Abel Espósito lo torturaron para exigirle dinero y matarlo en su casa de la calle Avellaneda en Bernal. Murió por asfixia luego que le introdujeran una toalla en la boca que le impidió respirar. Desde el jueves 31 de este mes cuatro imputados serán juzgados por el Tribunal Oral N° 4 de Quilmes.
Yésica Szekely; Juan Alfonso; Facundo Fiorentino y Carlos Escobar estarán sentados en el banquillo de los acusados, sobre ellos pesa una grave acusación: “privación ilegítima de la libertad; tortura seguida de muerte y robo con escalamiento”. Asimismo se les adjudican otros dos robos sobre departamentos de la peatonal Rivadavia de Quilmes.
Tal consta en la elevación a juicio, la banda operaba de la misma manera, la mujer hacía las veces de “campana” al tiempo que los otros imputados sometían a torturas a sus víctimas para luego despojarlos de dinero, sumas que sabían estaban en poder de los moradores.
A Espósito lo mataron el 7 de enero en su caserón de Bernal. El hombre regresaba solo de sus vacaciones en Punta del Este por trabajo y dentro de su casa se encontró con los ladrones.
Lo torturaron durante más de una hora, atado con precintos y a los golpes: le exigían “un maletín plateado” que nadie vio nunca dentro del chalé de la calle Avellaneda al 100. No se llevaron la plata ni los objetos de valor, buscaban ese portafolio.
Abel fue asesinado en el baño de su casa. Lo asfixiaron con una toalla tratando de obligarlo que dijera dónde lo que buscaban. Mientras lo ahorcaban, usaron un jarrón de adorno para cargar agua y tirársela en la cara, un típico método de tortura narco. La autopsia confirmó que murió por “asfixia mecánica” y que tenía “líquido en los pulmones”.
El fiscal a cargo de la acusación será el doctor Claudio Pelayo mientras que los procesados son asistidos por defensas técnicas particulares. Se prevé que se desarrollarán varias semanas de debate en el delicado juicio.
A Szeleky, Fiorentino, Alfonso y Escobar se le adjudican otros ilícitos (dos sobre la calle Rivadavia en Quilmes) caracterizados por el mismo modus operandi, torturar a sus víctimas para luego despojarlos de dinero en efectivo y otros efectos de valor.
Abel Espósito era un reconocido empresario de los cueros y su familia estaba relacionada el Club Atlético Independiente.