Ambos cumplieron funciones idénticas en el último gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y ahora tendrán desafíos muy complejos en la provincia más grande del país.
Axel Kicillof decidió continuar con un esquema que mantiene al Ministerio de Seguridad y al de Justicia en órbitas separadas. Tienen un elemento en común: estarán a cargo de funcionarios que ocuparon esos roles durante la última administración de Cristina Fernández de Kirchner.
Se trata del exintendente de La Plata, Julio Alak, y del exsenador Sergio Berni, hombres con trayectoria política que deberán afrontar, tal vez, las tareas más complejas del Gabinete.
Alak es el elegido por Kicillof para manejar las cárceles y las relaciones con la Justicia
Dentro de un plantel de jóvenes con perfil técnico y relación escasa con la provincia de Buenos Aires, Julio Alak, futuro ministro de Justicia, aparece como una de las caras más conocidas del Gabinete que presenta el gobernador Axel Kicillof.
Alak tiene 61 años, nació en Benito Juárez, pero arrancó su carrera política en La Plata, ciudad que gobernó durante 16 años, hasta 2007. Desde entonces ocupó lugares claves dentro de la administración de Cristina Kirchner y cultivó un perfil subterráneo. Presidió Aerolíneas Argentinas durante un año y recaló luego al frente del Ministerio de Justicia de la Nación, donde permaneció hasta diciembre de 2015.
La postulación de Alak sorprendió a propios y extraños, ya que todas las fichas estaban puestas en Juan Martín Mena, abogado con larga trayectoria dentro del Ministerio de Justicia que se encumbró como número dos de la AFI, la reformulación de la SIDE que propició Cristina Kirchner en el epílogo de su mandato.
Kicillof necesitará a un político con habilidades, porque el Ministerio de Justicia es tierra arrasada. Debe manejar las cárceles bonaerenses, donde se alojan más de 42 mil internos a pesar de que las plazas disponibles no alcanzan las 22 mil, y se superponen denuncias por hacinamiento, torturas y muerte.
Pero también para manejar las relaciones con los ministros de la Suprema Corte, que adquirieron un vuelo político propio a partir de sus disputas frente a María Eugenia Vidal, a quien le exigieron que dote de autonomía presupuestaria, mayores fondos y obras. De la Corte para abajo, se encuentra con un panorama político inestable, generado a partir de las denuncias sobre presiones del Poder Ejecutivo sobre el judicial para obtener fallos a medida.
Los jueces apuntan en ese sentido a la figura del Procurador Julio Conte Grand, exfuncionario de María Eugenia Vidal, que, desde la jefatura de los fiscales, tiene un rol clave para acelerar o frenar causas. Conte Grand tiene un cargo vitalicio y pocas ganas de renunciar cuando se vaya Vidal, a pesar de las recomendaciones de la oposición. También será clave el rol de Alak si se confirma la intención del nuevo Gobierno de promover la renovación de la integración de la Suprema Corte Bonaerense.
El ex secretario de Seguridad de la Nación y legislador provincial es una de las cartas “más jugadas” en el armado de Kicillof. ¿Qué aspectos generan controversia ante su posible desembarco en provincia y por qué, al mismo tiempo, Berni es una figura que trasmite gobernabilidad?
Un hombre duro. Con orígenes militares y experto en seguridad. De una larga trayectoria política, siempre dentro del peronismo. Esa son algunas de las cualidades que caracterizan a Sergio Berni, el ex Secretario de Seguridad de la Nación y flamante Ministro de Seguridad bonaerense.
Su perfil político genera grietas. Aún dentro del propio campo “nacional y popular”. Mientras para algunos Berni se constituye como uno de los cuadros que garantizan diálogo con las fuerzas de seguridad y por lo tanto, cierta armonía con la política, para otros el ex senador provincial se convierte en una “jugada arriesgada”.
“Alguna vez lo bauticé como un ´secretario que lo que hacía era turismo aventura´”, le dijo a este portal, una especialista en seguridad y narcotráfico. “Es un tipo complejo; soberbio”, agregó.
Sin embargo, Sergio Berni –un cirujano y militar de 57 años- se ha alzado como uno de los “elegidos” de la propia Cristina Fernández de Kirchner. Ocupándose de la seguridad en uno de los momentos más tensos que se vivieron durante su gobierno.
El ejemplo claro fue la muerte del fiscal Nisman. Durante esos días, Berni se expuso ante un hecho que amenazaba con tumbar al gobierno y que evidentemente, fue reconocido más tarde en el seno del kirchnerismo.
Aun así, las miradas sobre Berni se dividen. Hace poco, opinó sobre el nuevo protocolo de Seguridad que impuso Patricia Bullrich y que, entre otras cosas, le daba más poder a las fuerzas para disparar y evitar consecuencias judiciales.
Allí Berni ofreció una mirada distinta a la de la polémica exministra, pero al mismo tiempo dejó en claro un perfil que podría ser catalogado de “mano dura”.
“El protocolo no es aplicable porque va en contra de Derecho. Cuidar a un efectivo de las fuerzas de seguridad es hacerlo actuar bajo derecho. No puede ir en contra de derecho ni de la constitución ni contra tratados internacionales”, había dicho Berni.
Después, claro, agregó: “Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada. No sé de todos los que están acá cuántos tuvieron la desgracia de matar o dar la orden de abatir a un delincuente. Yo lo tuve que hacer bastantes veces y nunca tuve ningún problema. Porque siempre actué a derecho y el delincuente fue abatido y la víctima fue salvada”.
Se podría decir que su carrera política comenzó formalmente en las elecciones legislativas del 2011, cuando fue elegido como segundo senador de la provincia de Buenos Aires, por la segunda sección electoral.
Más tarde, en diciembre de ese mismo año, Berni ocupó el lugar de vicepresidente primero del Senado, ubicándose detrás del entonces vicegobernador Gabriel Mariotto.
Por esa razón, el ex Secretario de Seguridad estuvo a cargo de la provincia por dos días. Entre el 10 y el 12 de diciembre de 2011, mientras el flamante gobernador Daniel Scioli todavía se preparaba para asumir. Una especie de Pinedo en territorio bonaerense.
Pero antes, Sergio Berni ya había ocupado lugares en el Estado y tuvo un fuerte vínculo con figuras centrales, como el propio expresidente Néstor Kirchner.
Aunque nació en Capilla del Señor, la ciudad cabecera del partido de Exaltación de la Cruz, su acercamiento al Ejército y a la política se desarrolló en el sur del país. Por esos años también conoció las artes marciales y las hizo parte de su vida.
En 1991 conoció al por entonces gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner y la relación creció en poco tiempo. Eso llevó a que fuese elegido como director de un hospital provincial, luego de haberse destacado como médico cirujano en la Patagonia argentina.
La leyenda cuenta que Berni, en su condición de profesional de la salud y también de militar, se dispuso para una misión espía frente a un grupo de mineros de Río Turbio, en medio de una huelga que duró varios días en 1994.
La misma historia cuenta, además, que los trabajadores desconfiaron de Berni y lo echaron, a pesar de haberse acercado como voluntario médico.
Muchos años después, en 2010, Sergio Berni volvió a protagonizar un papel de riesgo en medio de una mega toma de tierras en el parque Indoamericano, de capital federal, que amenazaba con provocar un estallido social.
La represión de la policía provocó al menos tres muertos y decenas de heridos. Berni, a cargo de la Gendarmería, se ocupó del hecho y controló la situación, después de haber oficiado como mediador en la primera línea de la fuerza.
Ese papel es una de las particularidades que hacen que el ex senador siga siendo considerado un actor clave para la seguridad. A pesar de sus detractores y a pesar del progresismo que pueda emanar de las filas que conducirá Axel Kicillof en la provincia.
Fuente: Infocielo