El obispo de Quilmes, monseñor Carlos Tissera, ordenó diáconos permanentes para la diócesis a Sergio Alexis Bascur Fritz, Jorge Fariñas, Daniel José Iturvide, Marcelo Maciel, Mauro Sebastián Molina y Raúl José Reveinera, durante la misa que presidió días atrás en la catedral local. La Eucaristía fue concelebrada por el obispo auxiliar, monseñor Eduardo Redondo, junto con todo el prebisterio.
Participaron además de la celebración un gran número de fieles, familiares y amigos de los ordenados. Los ordenandos, que transitaron su camino de formación en el instituto San Lorenzo Mártir de esa diócesis, escogieron como lema: “Quien entre ustedes quiera ser grande, que se haga servidor de todos”.
En la homilía, monseñor Tissera expresó: “Para la diócesis de Quilmes hoy es un día de fiesta. Es una fecha de trascendental importancia para la vida de ustedes, queridos hermanos Sergio, Jorge, Daniel, Marcelo, Mauro y Raúl, alegría que comparten con sus esposas e hijos”.
“El don del Espíritu Santo los fortalecerá para que ayuden al obispo y al presbiterio, anunciando la palabra de Dios, actuando como ministros del altar y atendiendo las obras de caridad, como servidores del pueblo de Dios. Como ministros del altar, proclamarán el Evangelio, prepararán el sacrificio de la Eucaristía, y repartirán el cuerpo y la sangre del Señor a todos los fieles”, continuó.
Además, señaló: “De acuerdo con el mandato recibido del obispo, les corresponde evangelizar en esta sociedad, catequizar a los creyentes. También podrán dirigir las celebraciones litúrgicas, administrar el bautismo, autorizar y bendecir los matrimonios, llevar la comunión a los enfermos y moribundos, y presidir las exequias”. “Consagrados por la imposición de las manos, practicada desde el tiempo de los apóstoles, y estrechamente unidos al altar, cumplirán el ministerio de la caridad en nombre del obispo y del párroco”, agregó.
Asimismo, señaló: “Con la ayuda de Dios, deberán obrar de tal manera que los reconozcan como discípulos de Aquél que no vino a ser servido sino a servir. Serán ordenados para el servicio, para hacer presente a Jesús que lava los pies de la humanidad hambrienta de fe, de esperanza, de consuelo y misericordia”.
“Lavar los pies cansados de caminar sin rumbo y heridos por la injusticia y el maltrato. Los pies de los pobres y descartados, de los que son despreciados y olvidados. Los pies de los que se han embarrado en tantas miserias humanas, y de los que viven el encierro de la soledad. Son nuestros pies; los que el mismo Jesús quiere lavar con su amor”, manifestó.
Y finalizó: “Sean hombres alegres y disponibles. Personas que en la comunidad tienden puentes y no levantan muros. Que escuchan antes de hablar. Apasionados por servir a la verdad, con serenidad y dulzura. Despojados de ambiciones de poder y de privilegios. Generosos y comprensivos. Dispuestos a colaborar con las causas justas de los vecinos. Hombres de diálogo con sus fieles, con los sacerdotes y el obispo. Constructores de la unidad y de la paz”.