Una historiadora e investigadora del Conicet dio detalles sobre la responsabilidad de varias empresas en actos represivos durante la última dictadura militar, en el marco del juicio unificado por los delitos cometidos contra casi 500 víctimas alojadas en tres centros clandestinos de detención.
El Tribunal Oral Federal 1 de La Plata -que juzga a 18 represores, entre ellos a Miguel Etchecolatz y el ex médico policial Jorge Berges por las torturas, homicidios y ocultamiento de menores en perjuicio de casi 500 víctimas alojadas en tres centros clandestinos de detención durante la última dictadura cívico-militar- escuchó este martes la declaración testimonial de contexto de Victoria Basualdo sobre la participación empresarial durante la última dictadura cívido-militar.
Basualdo, investigadora del Conicet y Doctora en Historia por la Universidad de Columbia, explicó el accionar de 25 empresas durante la última dictadura y detalló específicamente lo que sucedió en las compañías Mercedes Benz, en su planta de González Catán; Saiar, en Quilmes; Molinos Río de la Plata, en Avellaneda; Astillero Río Santiago, en Ensenada y Peugeot, en la localidad de Berazategui.
“Hubo articulación militar-empresarial”, afirmó Basualdo y cuestionó el término “complicidad” por entender que con esa descripción se “alude a un acompañamiento secundario que parece descontar que las empresas lideraron procesos”. “Hay casos concretos donde las empresas acompañaron y fueron co-responsables de los procesos represivos”, advirtió.
La especialista dio detalles de una investigación realizada sobre el accionar de 25 empresas durante esa etapa del país, en las que casi 900 trabajadores de esas firmas fueron víctimas de terrorismo de Estado y que permitió establecer que “un 88% de los secuestros de trabajadores se dio en sus lugares de trabajo” y que “el 76% de las empresas entregó información privada de los trabajadores y listas de delegados a fuerzas represivas”. “En un 52% había presencia de cuadros empresariales en detenciones, secuestros y torturas; el 48% hizo aportes económicos a las fuerzas represivas; un 36% realizó pedidos de detención de trabajadores y un 32% de los secuestros de trabajadores se dio cuando se trasladaban de la fábrica a sus casas”, apuntó.
Luego, Basualdo aportó información sobre los secuestros de trabajadores en Mercedes Benz, dos de los cuales son víctimas en esta causa: Enrique Reimer y Víctor Hugo Ventura, quienes estuvieron cautivos en El Infierno y están desaparecidos. En esos casos, “el personal empresarial estuvo directamente vinculado a los actos represivos”, aseguró. Similar panorama trazó sobre la firma Saiar en Quilmes, donde también fue secuestrada una víctima cuyo caso se juzga en esta causa y Molinos Rio de La Plata, con dos víctimas en el juicio.
“En el caso de Astillero Rio Santiago, de Ensenada, 70 trabajadores resultaron víctimas del terrorismo de Estado, entre ellos 32 desaparecidos, aunque creemos que esta cifra subestima la realidad de lo ocurrido”, precisó.
Basualdo puntualizó que “desde mediados de 1975 la empresa operó como una unidad operativa más de la represión, con una militarización impresionante de la fábrica, con secuestros en la puerta de ingreso y existencia de detenidos en la planta”. “Es un caso de involucramiento empresarial, en este caso de una empresa estatal controlada por la marina, un caso brutal, extremo”, remarcó.
El juicio comenzó el 27 de octubre pasado y se extenderá por varios meses. El Tribunal Oral Federal (TOF) 1 de La Plata -integrado por Walter Venditti, Esteban Rodríguez Eggers y Ricardo Basilico- juzga a 18 represores, entre ellos Etchecolatz , Juan Miguel Wolk y el médico policial Jorge Berges, por cerca de 500 delitos de lesa humanidad cometidos en los centros clandestinos de tortura, detención y extermino conocidos como el Pozo de Banfield, el de Quilmes y El Infierno de Avellaneda.