El presidente Alberto Fernández entregó ayer el premio Juana Azurduy a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en reconocimiento a su lucha por los Derechos Humanos, en un acto desarrollado en el Museo Bicentenario en la víspera del 45º aniversario del golpe militar del ’76.
“Son inmensas”, sintetizó el Presidente, a la vez que argumentó que son un “modelo de conducta, de lucha y de compromiso” y dijo que “su tarea es reconocida en el mundo entero”. “Se plantaron ante los genocidas pidiendo justicia por sus hijos, haciendo lo que una sociedad aterrada no hacía durante la dictadura”, afirmó y además instó a “continuar manteniendo viva la memoria”.
En el acto, Fernández llamó a “seguir haciendo docencia con los jóvenes que nacieron en democracia y no saben lo que fue la violencia en aquellos tiempos” de la dictadura cívico-militar. “Les quiero explicar a los más jóvenes que hubo un tiempo que en la Argentina no existía la democracia y que se llevaron a gente inocente que pagaron con su vida el hecho de pensar distinto y otros terminaron perseguidos y exiliados”, dijo.
El Presidente distinguió a las reconocidas luchadoras por los derechos humanos Estela de Carlotto (Abuelas de Plaza de Mayo), Taty Almeida (Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora) y Lita Boitano (Familiares de desaparecidos y detenidos por razones políticas), con el premio Juana Azurduy.
Sobre la labor de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, señaló: “En esa sociedad que estaba aterrada, apareció un grupo de madres que empezó a preguntarles a los dictadores genocidas dónde estaban sus hijos. Fueron un conjunto de mujeres que tuvieron el coraje que no tuvo el resto de la sociedad”, dijo y agregó que lo hicieron “en una gran soledad impulsado por su amor por su hijo o hija”.
Alberto Fernández concluyó: “Cada 24 de marzo es un día aciago para nosotros. Es tan importante mantener viva la memoria y saber lo que pasó y hacer docencia en los jóvenes, ya que en cada actitud en la que se glorifica la muerte se vuelve a abrir la llaga de una argentina que vivimos”.