El tribunal que juzgó a Héctor Pared consideró probado que el cura abusaba de menores. El sacerdote de Bosques argumentó que todo era “una cama armada” por su trabajo social con los chicos; un caso emblemático para el Departamento Judicial Quilmes.
El caso conmovió a la región, a la cúpula de la Diócesis local, nadie podía entender tanta locura en un hombre que tenía que predicar la Palabra de Dios; simplemente detrás de sus sermones se escondía un ser perverso que abusaba a pequeños que estaban bajo su cuidado. El cura Héctor Faustino Pared dirigía un hogar para chicos pobres y huérfanos en la localidad de Bosques, Florencio Varela. Fue entonces que un día fue denunciado por abuso sexual por dos de los niños que estaban bajo su tutela. Suspendido primero, detenido después, el religioso era condenado en marzo de 2003 a 24 años de cárcel, uno menos que la pena máxima prevista para el delito de “abuso sexual agravado y corrupción de menores”.
“Lo único que pido es la verdad. Muchas veces he marchado por la justicia y ahora soy yo quien la pide”, decía entre sollozos antes que los jueces del Tribunal Oral 3 de Quilmes lo sentenciaran. “Esto fue una cama armada por políticos de la zona, debido a que molestaba mi trabajo con los chicos”.
Pared, de 45 años y una historia de participación en movimientos de tomas de tierras, en la diócesis de Quilmes, y hasta en las marchas de silencio en Catamarca. Pero ese pasado se oscureció con las denuncias formuladas por varios chicos que concurrían al Hogar Hermano Francisco, donde se desempeñaba como director desde 1992.
La sentencia fue dictada por el Tribunal Oral Nº 3, de Quilmes, integrado por los jueces Alicia Anache, Armando Topalian y Martín Arias Duval, quienes daban como probados los delitos de abuso sexual y corrupción agravada en los casos de cuatro menores, en uno de los cuales comprobó que hubo acceso carnal.
La denuncia contra Pared era realizada en octubre de 2000 por el técnico agrónomo Julio González, quien había sido empleado del hogar. El profesional hacía mención de seis casos de niños que eran sometidos a malos tratos y castigos corporales. Pero poco después apareció una nueva denuncia, formulada bajo identidad reservada por una presunta víctima del sacerdote.
Estremecedor
“Apenas ingresé al hogar, en 1994, fui sometido a castigos corporales por el padre Pared, quien me pegaba con una manguera de goma”, había dicho el testigo, un chico huérfano que había llegado al hogar cuando tenía 13 años. “Lo más grave fue cuando empezó a manosearme los genitales, pidiéndome que me bañara en la ducha junto a él, y me amenazó diciéndome que me iba a hacer pelota si contaba lo que había pasado.” El chico denunciaba también que había sido violado.
Desde un principio, el cura argumentó que las denuncias obedecían a una persecución política. Pero en noviembre de 2000 el hoy fallecido obispo de Quilmes, Jorge Novak, lo separaba de su cargo al frente del hogar. Las pericias eran contundentes y destacaban que la personalidad de Pared era “compatible con la del abusador sexual”.
El 1º de septiembre de 2003 fallecía, víctima de sida, el cura condenado en marzo a 24 años de prisión por abusos sexuales a adolescentes del Hogar Hermano Francisco. La muerte de Héctor Pared hasta el día de hoy dejo marcado a fuego el destino de los que hoy son hombres. La enfermedad del cura fue preservada como secreto tanto por el Servicio Penitenciario de la Provincia como por los jefes religiosos del sacerdote que seguía celebrando misa durante su estadía en la Unidad 9 de Olmos; falleció en soledad con los secretos del dolor de esos niños que indefensos fueron abusados por este violador disfrazado de religioso.
Guillerrmo Troncoso
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