Monseñor Carlos José Tissera participó del Conversatorio sobre el Siervo de Dios y primer obispo de Quilmes Jorge Novak, a 20 años de su fallecimiento, organizado por la Cátedra de Derechos Humanos de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ).
Junto con el actual diocesano quilmeño y firmante de la apertura de la causa de canonización de Novak, estuvieron monseñor Jorge Lugones SJ, obispo de Lomas de Zamora y titular de la Cátedra de Derechos Humanos de la UNLZ, y monseñor Marcelo Daniel Colombo, arzobispo de Mendoza y postulador de la causa de canonización.
El panel también contó con la presencia del rector de la UNLZ, Diego Molea, y la moderación estuvo a cargo de María Fernández Vázquez, decana de la Facultad de Derecho de la casa de altos estudios.
En su exposición, monseñor Tissera recordó el impacto que le causó la inscripción de la lápida de monseñor Novak al visitar por primera vez la catedral quilmeña al asumir el gobierno pastoral de la diócesis. “Pobre de mí si no predicara el Evangelio” (1 Cor. 9, 16). Amigo de Dios y de los pobres. Misionero incansable. Defensor de los derechos humanos. Servidor de la unidad de los cristianos”.
“En estos diez años de mi ministerio pastoral en la diócesis de Quilmes he podido constatar que ese epitafio define la vida del fundador de esta porción de Iglesia compuesta por los partidos de Berazategui, Florencio Varela y Quilmes. Su espiritualidad estuvo marcada por estas realidades que anidaban en su corazón de religioso de la Congregación del Verbo Divino, y que florecieron a lo largo de sus casi 25 años de pastor”, aseguró.
“Mi antecesor (monseñor Gerardo Farrell) al mostrarme la foto de Novak me dijo: ‘él no será una sombra en tu camino episcopal, sino una luz para tu ministerio’”, contó, y reflexionó: “Es cierto que haber tenido como primer obispo una personalidad de la talla de Jorge Novak, para mí al menos, es como que aumenta esta responsabilidad que de por sí es inmensa. La verdad que yo, por gracia de Dios, lo he sentido como un verdadero padre; más que un lejano prócer, un cercano compañero de camino que siempre auxilia con su bondad y su ejemplo”.
Tras traer a la memoria otras anécdotas referidas al obispo que marcaron su ministerio, el prelado quilmeño insistió en destacar: “Jorge Novak fue un verdadero hombre de Dios; esas personas que el sentir del pueblo cristiano considera santas. Quien vaya ante su tumba, vea a quienes se acercan, lea lo que se escribe en un cuaderno puesto para recoger testimonios, o escuchemos a quienes acuden pidiendo una gracia por su intercesión, podrán constatar quién ha sido y quién es el Padre Obispo Jorge Novak”.
“Los encuentros con los familiares de los desaparecidos y la experiencia de su enfermedad, marcaron a fuego la vida y el ministerio del padre obispo Jorge Novak” y consideró que de una manera magnífica expresa la experiencia del dolor humano, en esa primera clase magistral al inaugurar esta Cátedra de Derechos Humanos: “Cada grupo familiar que trasponía los umbrales de mi oficina me comunicaba, a modo de ósmosis misteriosa, su carga de dolor y de angustia, reclamando comprensión, solidaridad, acción consecuente. Comprendí entonces cabalmente, a partir de estos diálogos que llenaban las más de las páginas de mi libro de audiencias, que la historia tiene una superficie engañosa y una profundidad lacerante. Comprendí que sólo quien desciende decididamente a bucear en los abismos del dolor provocado en la historia por la injusticia y la prepotencia, para compartirlo y para regenerarlo, adquiere en plenitud creciente su propia dimensión humana. En mi caso personal, valoré debidamente el axioma pastoral: ´El hombre es el camino primero y necesario de la Iglesia´. En esta experiencia vi claro que sin actitudes sinceras con la situación de la familia argentina (la desaparición de personas, la destrucción premeditada de los centros de producciones por los instrumentos de mezquinos intereses multinacionales; el hambre y la guerra…) me haría connivente y cómplice del mal en sus múltiples expresiones. Fue un aprendizaje duro pero eficaz, con la pedagogía sencilla de descubrir la verdad de los hechos; indagar en sus causas profundas y asumir sin pérdida de tiempo, sin temor al peligro, sin cansancio en la entrega, la defensa y promoción de la dignidad de la persona y de la familia, reclamando la plena vigencia de los derechos humanos inalienables”.
Monseñor Tissera concluyó su intervención con un fragmento de una oración a la Virgen compuesta por monseñor Novak, y rezada al final de una vigilia de oración con familiares de detenidos y desaparecidos, en octubre de 1980:
“Madre… Tú supiste del dolor del hijo momentáneamente perdido. Tú experimentaste el dolor inmenso del hijo atrozmente muerto en la cruz. Puedes hablarnos con título propio de madre dolorosa en la tremenda soledad del Calvario. Pero también supiste de la alegría de la Pascua, del reencuentro, de la resurrección. Que te hable, por sí sola, nuestra situación, con su lenguaje de silencio, de soledad, de martirio. Haz que también este lenguaje sea de esperanza, de perdón, de reconciliación.
En un contexto de odio, tú eres el amor. En un clima de insensibilidad, tú eres el corazón. A los gestos del abandono humano, tú respondes con presencia solícita de madre. Frente a los rostros de la mentira, tú desatas el diálogo de la verdad y la sinceridad.
Apelamos a tu influjo maternal, nos apretujamos junto a ti en el Calvario de nuestra existencia. Danos la fuerza que, comunicada por el Espíritu Santo, te permitió aguardar, de pié, no con arrogancia humana, sino con fe cristiana, la alborada de la resurrección. Amén”.