En las últimas horas, la Justicia Comercial declaró la quiebra de Alimentos Refrigerados S.A. (ARSA), la empresa láctea que elaboraba yogures y postres de la marca SanCor, lo cual significó la pérdida de trabajo de casi 200 trabajadores que prestaban funciones en la planta del municipio bonaerense de Lincoln.
En ese sentido, el fallo fue dictado por el juez Federico Güerri, titular del Juzgado Comercial N° 29, quien dispuso la liquidación final de ARSA, y el cierre de sus instalaciones. Pese a que circularon nombres de supuestos interesados, no apareció ningún oferente para el salvataje.
Los empleados aseguraron que cobraron sueldos irregulares, parciales y atrasados. Denunciaron que en los meses finales, apenas se abonó un cuarto del salario y en efectivo, pese a que el personal trabajaba jornadas completas. “A esto se sumaron tres años y medio sin aportes a la obra social”, resaltaron fuentes sindicales.

Hasta hace dos años y medio, la gestión de ARSA había estado en manos del grupo Vicentin, con la participación de fondos como BAF Capital. Más recientemente, la firma pasó a ser administrada por los empresarios venezolanos Manuel y Alfredo Fernández, también propietarios de La Suipachense.
Con el reciente fallo judicial, más de 400 trabajadores quedaron sin posibilidad de acceder a sus puestos de trabajo. La planta bonaerense de Arenaza, Lincoln, empleaba a 180 personas, mientras que 200 más se desempeñaban en la fábrica y el centro de distribución en la sede de ARSA de Córdoba.
Asimismo, el cierre de las instalaciones dejó también en una situación de incertidumbre a 165 distribuidores de productos como Shimy, Sancorito, Sublime, Flanes Caseros SanCor, Vida, Yogs y Primeros Sabores, elaborados por ARSA.
La disolución de la empresa se activó después del concurso fallido que se abrió en abril de 2024. En aquel entonces, las autoridades de la empresa apuntaron contra la situación económica como la caída del consumo y un arrastre de inflación que encarecía la materia prima y mano de obra.
No obstante, desde el gremio Atilra denunciaron a lo largo del año que muchos operarios, presionados por la falta de opciones laborales en Lincoln, terminaron aceptando trabajar por el 50% del salario en cuotas semanales.
