La Diócesis de Quilmes, a través de sus departamentos de Pastoral Social, Justicia y Paz y la Vicaría de la Solidaridad, difundió un comunicado donde manifestó su alarma frente a distintos hechos que, según señalaron, reflejan “la gravedad del momento histórico que atravesamos en nuestra querida Patria”.
“¡Qué paradoja! Trabajadores de la salud, héroes y mártires de la pandemia, hoy precarizados laboralmente”, señala el comunicado, en referencia al conflicto salarial que atraviesan los empleados del Hospital Garrahan. Desde la Iglesia quilmeña remarcaron su solidaridad con esos trabajadores y trabajadoras, al tiempo que advirtieron sobre un sistema que “alienta la concentración de la riqueza y la exclusión de una vida digna a una muchedumbre creciente”.
Otro de los puntos centrales de la declaración fue el llamado de atención sobre un “clima de hostigamiento estatal hacia las disidencias sociales y políticas”, que se expresa —según denunciaron— en casos de represión a jubilados, detenciones sin orden judicial y juicios que carecen de legitimidad. “Pedimos que cesen las expresiones de violencia política, que nos traen recuerdos de heridas todavía abiertas en nuestro pueblo argentino”, advirtieron.

La declaración también pidió al Poder Judicial “honestidad e independencia”, señalando que las decisiones de los jueces no deben estar subordinadas a los intereses de grupos empresariales o corporaciones alejadas del bien común. “Esperamos acciones que traigan justicia y paz a nuestra Nación”, reclamaron.
En relación al fenómeno migratorio, la Diócesis de Quilmes exigió el cumplimiento de la Ley 25.871, que regula el ingreso y permanencia de extranjeros en el país. En ese sentido, reivindicaron un modelo basado en la legalidad, la inclusión y el respeto por los derechos humanos, recordando las palabras del preámbulo de la Constitución Nacional: “para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”.
Finalmente, los representantes de la Iglesia local alertaron sobre el creciente ausentismo electoral, que consideraron un síntoma del “descrédito del sistema democrático para garantizar una vida más humana a nuestras familias”. “El descrédito de la política allana el camino al avance indiscriminado de quienes se siguen enriqueciendo inescrupulosamente a costa del dolor de la población más frágil”, señalaron.
La declaración concluye con un mensaje esperanzador: “Seguiremos siendo testigos fieles del Reino, donde los más frágiles, los más pobres, sean los primeros en sentarse a la mesa de la esperanza, del amor y de la vida”.