Sigue el juicio por la muerte de Iñaki Bohn Rioboo, el pequeño que murió fulminado por una descarga eléctrica al rozar una farola en el complejo Altos de Hudson II en 2017. En la misma línea que todos los idóneos ayer declaró un perito de Edesur que confirmó que “las instalaciones eran precarias; faltaba el disyuntor”; además dio su testimonio una vecina y hoy seguirá el juicio oral que tiene como imputados Santiago Domingo Collavini -administrador y desarrollista del complejo-; Rubén Levy -electricista matriculado- y Héctor Lucero -encargado de mantenimiento-.
Los relatos del perito refirieron a que “si hubiese estado un disyuntor se hubiera evitado lo que sucedió” al tiempo que puntualizó en que “habían irregularidades en las instalaciones y que en muchas casas no había medidor ni jabalina (es un elemento utilizado en sistemas de puesta a tierra que consiste en una varilla metálica, generalmente de acero galvanizado, que se clava en el suelo para dispersar la corriente eléctrica en caso de fallas o descargas. Su función principal es proteger a las instalaciones eléctricas y a las personas de las descargas eléctricas)”.

Asimismo declaró ante la jueza Silvia Martucci; del Juzgado Correccional N° 5 una vecina y hoy seguirán brindando su testimonio nuevos convocados por las partes. En consecuencia, desde las 14, el fiscal Jorge Squeo como el particular damnificado y las defensas de los encartados interrogarán a los testigos citados en Yrigoyen 475.
El trágico suceso ocurrió el 22 de febrero de 2017. Iñaki jugaba con un grupo de amigos en la pileta de uso común del complejo cuando, al buscar una pelota fuera del agua, rozó una farola electrificada. A pesar de los intentos de reanimación en el UPA de Hudson, el niño falleció.
