No fue una jornada más en el megajuicio por los centros clandestinos de detención; Pozo de Quilmes, de Banfield y El Infierno, los relatos de Nilda Eloy como de Alcides Chiesa, revivieron el horror que a ambos les tocó vivir en sus cautiverios. Merced a la tecnología se pudieron recrear los testimonios en la audiencia celebrada ayer a cargo del Tribunal Oral Federal 1 de La Plata en el juicio que se sigue a 18 represores por delitos de lesa humanidad. Chiesa como Eloy fallecieron años atrás pero sus valientes expresiones fueron pruebas contundentes en el proceso que se está desarrollando y que seguirá el martes 24.
“Yo lo cuento pero no tienen idea lo que nos tocó padecer, esto es una carga que nunca más se puede olvidar”, había recordado en su testimonio de 2011 Chiesa -quebrado en muchas momentos- y se exhibió ayer en la audiencia del juicio por los CCD Pozo de Quilmes, Banfield y El Infierno: “a mi me llevaron en ocasión que estaba con el pintor Manuel Oliveira, estaba haciendo un corto como estudiante de cine y me detuvieron; a Oliveira lo dejaron que se vaya. Reconocí que era la Brigada porque con mi padre habíamos realizado un trabajo de carpintería; yo no sabía los motivos de porque me habían detenido”, puntualizó.
Con una enorme valentía Chiesa con sus torturadores detrás había dicho que “me torturaron en todo momento, era constante, me llevaron de la Brigada a Puesto Vasco en reiteradas ocasiones, luego a Rawson y a la Unidad 9 de La Plata, donde me liberaron en 1981; pensé hasta en quitarme la vida por los horrores vividos. Secuestraron a mi señora, la hicieron presenciar los tormentos a los que me sometieron y a mi padre también”, remarcaban los dichos del cineasta.
A través de la plataforma zoom la audiencia de ayer, la cuarta, mostró nuevamente las vivencias del horror que padecieron los detenidos en los CCD de la Provincia. Previo al testimonio del quilmeño fallecido lo antecedió Nilda Eloy, una mujer que estuvo cautiva en seis centros clandestinos de la Provincia. Entre el 1 de octubre de 1976, cuando la secuestraron en la medianoche de la casa de sus padres, y septiembre del año siguiente, cuando fue “blanqueada” en Devoto. Su “turismo por el Circuito Camps”, como describió aquel derrotero de encierro, torturas, abusos, hambre y terror ante el Tribunal Oral Federal 1 aquel 2006, incluyó estadías en el Pozo de Quilmes y El Infierno, la Brigada de Investigaciones de Lanús, con asiento en Avellaneda, dos de los campos de concentración ejes del actual debate oral y público que, con otra integración, sigue el mismo tribunal.
Desde una compañera crucificada hasta las peores vejaciones Nilda Eloy recordó con pormenores las atrocidades a las que la sometieron a ello y otros pares los ahora sentados en el banquillo de los acusados: Vale remarcar que ayer Di Pasquale como Etchectolatz no estuvieron conectados ya que se negaron a hacerlo.
El Pozo de Quilmes fue el segundo lugar en donde estuvo encerrada. Allí llegó desde La Cacha, en un camión cuyo recorrido fue interrumpido una vez para someterla a ella y a quienes eran trasladados hacia el mismo destino a un simulacro de fusilamiento. Contó cinco días de secuestro allí, en la Brigada de Investigaciones de la bonaerense que funcionó en la esquina de Allison Bell y Garibaldi.
Aseguró que el lugar, de tres pisos de calabozos, “estaba lleno”. Recordó que en el baño se encontró con Emilce Moler y Patricia Miranda, dos sobrevivientes del operativo de secuestro de estudiantes secundarios conocido como La Noche de los Lápices. “Emilce me reconoció como Morticia, que alguien te reconociera en ese momento era volver a la vida”, remarcó emocionada. Entonces, Morticia tenía 19 años. Cuando las chicas le dijeron que podía sacarse la venda con la que le habían tabicado los ojos se descubrió la piel, el cuerpo. “Estaba toda negra, toda quemada”, producto de las torturas a las que había sido sometida en la Cacha.
De Arana fue a parar a un lugar que, creía, fue Vesubio. Y de Vesubio, junto a un grupo de cinco personas, a la Brigada de Investigaciones de Lanús, que estaba ubicada en 12 de Octubre entre Zeballos y Estrada, Avellaneda. Allí estuvo más tiempo encerrada en condiciones más terribles.
Les daban agua “cada cuatro o cinco días, nos pasaban una manguera por la mirilla de la puerta y había que abrir la boca para tomar”. Comida, “cada dos o tres días nos ponían a todos en el patio, en fila y lo que hubiera, nos daban con una cuchara a cada uno”.
El Tribunal pasó a un cuarto intermedio hasta el martes próximo y anunció que el martes 8 de diciembre, a pesar del feriado nacional, habrá audiencia.