Una mujer a la que en cinco años le mataron a dos de sus hijos, uno en un asalto cometido el año pasado y otro en 2015, durante un incidente que mantuvo en la calle con un efectivo de la Prefectura Naval Argentina (PNA) que comenzará en las próximas semanas en Quilmes pidió que los uniformados que cometen ese tipo de delitos vayan presos como delincuentes comunes.
“La diferencia es el Estado y las leyes. El pibe sí puede matar y quedar detenido y un uniformado no, por eso pido que la Justicia tiene que ser para los dos por igual”, dijo Inés Alderete, quien el 16 de abril, tras cinco años y ocho meses, verá en el banquillo de los acusados al prefecto Juan José Silva, quien llegará libre al debate por el delito de homicidio en exceso de la legítima defensa de su hijo.
Alderete perdió a su primer hijo, Marcos Acuña (20), el 28 de agosto de 2015, en Quilmes, mientras que su otro hijo, Gustavo Alderete (35), fue asesinado de un escopetazo el 3 de agosto de 2020 durante una entradera cometida en una vivienda del partido de Almirante Brown, hecho por el cual hay tres detenidos.
La mujer aseguró que lleva “cinco años y ocho meses de lucha por la causa de Marcos” y que la diferencia entre ambos casos es “muy grande” dado que por el crimen de Gustavo “hay tres detenidos que podrían recibir perpetua”, mientras que el prefecto Silva nunca estuvo preso y podría recibir una pena menor.
El homicidio de Acuña ocurrió antes de las 9 de la mañana del 28 de agosto de 2015 en República del Líbano y Mosconi, del barrio La Cañada, de Quilmes Oeste. “A las ocho salió de casa y me dijo ‘ahí vengo mamá’ y a los cuarenta minutos me vino avisar un chico que pasó y reconoció a mi hijo que estaba fallecido”, recordó Inés. La mujer afirmó que Silva les dijo a su hijo y a dos de sus amigos “váyanse drogadictos”, por lo que ella cree que habrán “reaccionado” con insultos, tras lo cual el efectivo disparó con su arma reglamentaria.
“Cuando sintió el primer tiro levantó el brazo y ahí otro disparo le ingresó por la axila. El prefecto se fue y sus dos amigos se quedaron ahí. Cinco horas después se presentó en la comisaría 1ra. a decir que le habían intentado sustraer la moto y que hizo tres tiros al aire y se fue”, relató la madre. Personal policial encontró en el lugar del hecho tres vainas servidas calibre 9 milímetros, mientras que Acuña sólo tenía “dos encendedores”, contó.
“Si le quiso robar la moto lo hubiese arrestado, el juez me dijo que Marcos no tenía ni alcohol ni droga en sangre, no tenía pólvora en sus manos, por eso este juicio es una burla hacia mi hijo. Tenía dos encendedores en su bolsillo, contra una bala de 9 milímetros del Estado ¿Qué defensa es esa?”, expresó Inés. La mujer contó que su hijo menor “cumplía los años en diciembre” y que desde los 18 comenzó con los “problemas de adicción al paco”.
“No me interesa negarlo porque estoy orgullosa de mi hijo. Tenía problemas de adicción, había momentos en que no venía por tres o cuatro días, tenía ese problema porque no se quería internar. Hacía tres meses que no trabajaba porque si tenía dinero se lo gastaba en droga, era preferible que esté así, cuidándose”, agregó.
Cuando Marcos comenzó a transitar su enfermedad, su madre fue a la comisaría quinta de Quilmes a pedir ayuda y allí le preguntaron qué era lo que consumía su hijo. “Les dije que creía que era paco, a lo que me respondieron: ‘Señora para eso no hay solución, esos pibes son abortos caminando, acá no la podemos ayudar”, rememoró sobre esa situación, dado que había ido a la seccional porque el muchacho había robado una bicicleta a cuatro cuadras de su casa y ella misma llamó al 911 y fue a pedir ayuda porque “no lo quería muerto”.
Casi un mes antes de la fecha en la que se hubieran cumplido cinco años del homicidio de su hijo menor, su otro hijo, Gustavo Alderete sufrió una entradera en la vivienda en la que trabajaba como casero, en las calles Calderón y Young, del barrio Rivadavia, de la localidad de Longchamps, partido de Almirante Brown. “La fiscalía nunca se comunicó conmigo, en la comisaría no nos atendían, hasta que mi abogada fue a hablar con ellos porque yo no iba a hablar con la Policía ¿Dónde estaba ese día?”, criticó la mujer.
Allí, la madre de la víctima señaló que se enteró que meses antes, en abril, Gustavo había sufrido un robo en la vivienda, donde le sustrajeron la moto que luego recuperó, hecho por el cual había radicado la denuncia. “Le dije al fiscal ‘no los quisiste detener el día que le robaron y hoy lo tenemos muerto’, los dejaron en libertad a los pibes y ahora no los vas a dejar salir porque tenés el cadáver de mi hijo'”, recordó.
Inés sostuvo que “la justicia está muy mal” porque hay “diferencias” entre “los uniformados” y los jóvenes. “El policía tiene estudios, está entrenado, depende del Estado y tiene órdenes de actuar de tal manera, mientras que el delincuente va a robar por la droga, porque está en una situación de marginalidad. Algunos estuvieron muchos años y sufrieron las penurias que hay en una cárcel por eso no sé si le tengo tanto odio al que fue a robar a mi hijo, sí al juez y al fiscal, porque deberían haber estado detenidos, y si alguien mató, también”, consideró.
Por último, la mujer aseguró que los chicos “asesinados” por integrantes de las fuerzas de seguridad son marginados, siempre son las “lacras” y los homicidas no saben lo que es “la vida detrás de cada visera, lo que han pasado ellos o sus familias”. “Si me preguntan hoy no hubiera tenido hijos, para que venga un miembro del Estado o un delincuente a matármelo, lo que estoy pasando hace seis años no se lo deseo a nadie”, agregó Inés, quien concluyó: “No sé si pedir Justicia, lo que pediría es un nunca más, que tengan oportunidades los pibes de salir, creo que con estudio, trabajo y no pasar hambre ni diferencias sería importante para su vida”.