Un informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA reveló que la Tarjeta Alimentar contuvo el avance del hambre en los sectores más vulnerables, durante el contexto de recesión e inflación acontecido en el marco de la pandemia por coronavirus.
A la vez que registró que en el año pasado uno de cada tres hogares con niños o niñas del conurbano bonaerense, pasó hambre o redujo su alimentación.
Se trata de un 33% de los hogares con niños, frente al 21% de los hogares sin niños, que padecieron o inseguridad alimentaria severa, lo cual comprende a aquellos que expresaron haber pasado hambre por falta de alimentos debido a problemas económicos; o bien, sufrieron inseguridad alimentaria moderada, que indica situaciones en las que se ha reducido la dieta de alimentos por iguales motivos.
Ambos indicadores se corresponden al periodo de 2020, y juntos suman la inseguridad alimentaria total, que fue del 7,6% en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y del 27,6% en el conurbano bonaerense.
El informe de la UCA concluyó que “existe un efecto de desaliento a la inseguridad alimentaria para hogares que reciben Tarjeta ALIMENTAR, frente a hogares con las mismas características, pero sin dicho beneficio”.
A la vez que detalló que en “los hogares beneficiarios de Tarjeta Alimentar exhiben una reducción en la frecuencia de compra, este efecto se hace más notorio en hogares en situación de indigencia. Se puede conjeturar que la Tarjeta Alimentar permite una mejor planificación y organización de las compras y consumos”.
Según describe el Observatorio, los hogares con menores ingresos tienen menor capacidad de organizar sus consumos, aprovechar descuentos y planificar compras, en tanto que se realizan día a día.
Por ello, destacan que “la disminución de la frecuencia de compra por parte de los beneficiarios de la Tarjeta concuerda con la mayor capacidad de planificación del consumo mensual, quincenal y/o semanal”, al mismo tiempo que “un ingreso estable permite una mejor organización del consumo y la compra por parte de los hogares”.
La Tarjeta comprende el pago de un monto de $6.000 para las familias con un hijo de hasta catorce años de edad o discapacitado; $9.000 en el caso de familias que tienen dos hijos o hijas en la misma franja etaria o discapacitado; $6.000 para quienes perciben la asignación por embarazo; o $12.000 en el caso de familias con tres hijos o más menores de 14 años de edad.
“Lo relevante es analizar el riesgo de inseguridad alimentaria severa. La tarjeta lo que consiguió no es que los hogares pasen de la inseguridad a la seguridad alimentaria, sino que de la inseguridad severa pase a la inseguridad moderada, es decir que se eleve la tasa de la inseguridad alimentaria moderada”, explicó el director del ODSA, Agustín Salvia.
Y agregó que en el contexto de aislamiento sanitario, “amplios sectores de clase media se empobrecieron y ni antes ni durante la pandemia llegaron a la tarjeta. Eso se vio reflejado en un deterioro de la situación alimentaria. Los modelos de regresión temporal dan cuenta de este efecto”.
Informe UCA
El informe fue un trabajo en conjunto con las Defensorías del Pueblo de la Ciudad y de la Provincia, y hace foco en el Área Metropolitana de Buenos Aires, con el objetivo de “distinguir diferencias en la situación alimentaria, desde distintos aspectos, entre los hogares del AMBA y el resto urbano del país”. Para lo cual, utilizaron los datos de la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA), un relevamiento de hogares urbanos de aglomerados de más de 80 mil habitantes.
A partir de los mismos, realizaron un diagnóstico de la situación alimentaria y de los riesgos alimentarios de la población urbana tomando como referencia el indicador de inseguridad alimentaria construido por el ODSA-UCA, para luego analizar factores asociados a dichos déficits. Y se abordan aspectos relacionados con la inseguridad alimentaria, tales como la frecuencia de compra y la calidad de los alimentos comprados.
El mismo concluye que en el AMBA se experimenta una disminución de la inseguridad alimentaria severa en pos de un aumento de la inseguridad alimentaria moderada, manteniendo inalterada la situación de inseguridad alimentaria total. En el resto urbano del país, por otro lado, se observa una mejora de la situación de inseguridad alimentaria en su conjunto, fundamentalmente para los hogares indigentes.