A modo de reflexión editorial y en respuesta a las inquietudes de muchos ciudadanos, monseñor Carlos Tissera, obispo de Quilmes e integrante de la Comisión Episcopal de Pastoral Social (CEPAS), propone volver la mirada a la amistad social como una luz capaz de iluminar los tiempos de conflicto y división que atraviesan las comunidades, las instituciones y al mundo entero.
El prelado recuerda que el 3 de octubre se cumplieron cinco años de la publicación de la encíclica Fratelli tutti, en la que el papa Francisco invitó a redescubrir la fraternidad y la amistad social como pilares para una humanidad más justa y pacífica.
“La parábola del buen samaritano -señala monseñor Tissera– es la que ilumina la realidad actual y nos enseña el camino para ser constructores de justicia y de paz”.

En la misma línea, destaca la reciente exhortación apostólica Dilexit te del papa León XIV, centrada en el amor hacia los pobres, donde también se retoma la idea de la amistad social como fuente de renovación espiritual y compromiso solidario.
Para el obispo, la amistad social no se construye con discursos, sino con gestos concretos. “El pontificado de Francisco lo ha mostrado con claridad -afirma-. Más allá de sus palabras, sus gestos sencillos y valientes lo han convertido en la voz de los pueblos sin voz: su visita a Lampedusa, sus encuentros con los pobres, sus viajes a los países más humildes o su presencia en los barrios periféricos son signos del Evangelio vivo”.
Monseñor Tissera también recuerda el llamado del Papa en su intervención ante la ONU en 2015, cuando reclamó a los gobernantes una voluntad efectiva y práctica para combatir la exclusión, la trata de personas, la explotación infantil, el trabajo esclavo y la destrucción del ambiente.