En el marco de la audiencia 26, Nora y Walter contaron los tormentos sufridos en los centros clandestinos de detención e hicieron hincapié en que lo más duro fue el paso por Arana, donde la picana eléctrica era la forma de tortura más común, pero también utilizaban el “submarino mojado” y el “submarino seco”. También hicieron hincapié en la violencia de género que sufrían las mujeres.
El TOF 1 de La Plata -integrado por Walter Venditti, Esteban Rodríguez Eggers y Ricardo Basilico- juzga a 18 represores por las torturas, homicidios y ocultamiento de menores en perjuicio de casi 500 víctimas alojadas en tres centros clandestinos de detención durante la última dictadura cívico-militar: el Pozo de Banfield, el de Quilmes y El Infierno de Avellaneda.
Son juzgados, por los delitos cometidos en el Pozo de Banfield y el Pozo de Quilmes, el ex ministro de Gobierno bonaerense durante la dictadura, Jaime Smart; el ex director de Investigaciones de la Policía bonaerense, Miguel Etchecolatz; el ex médico policial Jorge Antonio Berges; Federico Minicucci; Carlos Maria Romero Pavón, Roberto Balmaceda y Jorge Di Pasquale. También son juzgados Guillermo Domínguez Matheu; Ricardo Fernández; Carlos Fontana; Emilio Herrero Anzorena; Carlos Hidalgo Garzón; Antonio Simón; Enrique Barré; Eduardo Samuel de Lío y Alberto Condiotti.
Por los crímenes de lesa humanidad cometidos en “El Infierno” también están imputados Etchecolatz, Berges y Smart y el ex policía Miguel Angel Ferreyro.
Nora Úngaro fue secuestrada el 30 de septiembre de 1976 pero el 16 había sido secuestrado su hermano Horacio, a quien recordó con mucho amor y entre lágrimas reivindicó la militancia como forma de vida, y un amigo. “No somos la grasa militante, participamos en política porque hay que transformar las cosas. Los chicos eran militantes de la Unión de Estudiantes Secundarios, militar es tener sensibilidad y compromiso con lo que creemos que es justo”, aseguró. “Han pasado 45 años, esto tiene que ser un Nunca Más de verdad; no es venganza, es justicia lo que reclamamos“, agregó Nora.
Ella fue secuestrada cuando acudió a la casa del amigo de Horacio a buscar el DNI del joven porque su madre estaba preparando un Hábeas Corpus para presentar. Ambos tenían 17 años. Nora fue trasladada, vendada, a una caballeriza y luego llegó a Arana. Apenas entró, fue desnudada y torturada con picana eléctrica. “Me desnudan, me tiran en un elástico (de cama), me golpean y me pasan picana eléctrica. El dolor es tan intenso, quema, se siente el olor a carne quemada. Uno se ahoga en sus propios gritos”, recordó.
Hizo hincapié en que pese a que estaba con el cuerpo destrozado por las torturas y sangraba, fue abusada por represores. “Me llegaba la sangre a los tobillos y aun así te venían a manosear. ¿Quién hace eso?“, se preguntó indignada ante un tribunal que escuchaba con suma atención el relato. En ese contexto, la mujer recordó que “el compromiso era que el que sobreviviera, le avisara a la familia lo que había visto”. Luego pasó por el Pozo de Quilmes.
Su hermana Marta Úngaro, que declaró después, mostró el boleto estudiantil que Horacio había obtenido en 1975, beneficio suspendido tras el golpe militar y razón por la cual los estudiantes secundarios se movilizaron. “El delito es permanente, hasta que no se lo encuentre, el delito se sigue perpetrando, la desaparición forzada es continua“, reflexionó Marta.
Ella relató el peregrinar junto a su madre en busca de información sobre el estudiante. “Se nos fue la vida tratando de sobrevivir, buscando justicia”, dijo, y reclamó el cese del beneficio de la prisión domiciliaria para represores. “Quiero pedir el cese de la prisión domiciliaria de Juan Miguel Wolk; que vuelva a la cárcel efectiva, es el pedido que le hago a los jueces, que saben la dilación que tuvo este juicio y cuando la justicia tarda no es justicia para nosotros”, pidió.
Walter Docters contó, entre otras cosas, su paso por Arana. “Me golpeó el olor a sangre seca, carne quemada, desechos humanos, vómito. Tuve poco tiempo en poderlo asimilar porque a tres pasos de la entrada estaba una de las salas de tortura, que era de picana eléctrica, me hicieron pasar, me acostaron y me ataron al camastro. Me empezaron a golpear y mientras tanto, me aplicaban corriente eléctrica en general, pero por sobre todo en los genitales, oído, debajo del ojo, la nariz”, describió.
“En Arana también sufrimos el submarino mojado, que es meter la cabeza bajo el agua hasta que se le agota la respiración a uno y sacarla, y el submarino seco, con una bolsa de plástico. En una oportunidad nos tuvieron colgados”, apuntó.
El hombre estuvo dos veces en Arana. “La primera vez estuve siete días, me trasladan al Pozo de Banfield, donde me dejaron un día, y me vuelven a llevar a Arana, donde estoy hasta el 5 de octubre”, detalló. En una oportunidad, los represores le permitieron higienizarse, vestirse e ir a visitar de sus padres, su padre era oficial inspector de la Policía y había acordado poder verlo para comprobar que estuviera vivo. Cuando volvió, fue directo a la sala de torturas.
Luego fue trasladado a la Brigada de Investigaciones de Quilmes, donde compañeras de detención le cantaron el “feliz cumpleaños” (23 de octubre) y sufrió una “paliza infernal”. “Después me dejaron parado, atado, colgado, durante dos días o tres, sin comida, agua ni poder ir al baño”, contó.
Precisó que “Quilmes era un depósito de gente” y “ante protestas, sacaban a 10 compañeros y los fusilaban, los tiraban en la calle y decían que eran muertos en enfrentamientos, pero no”. “Ellos estaban con nosotros, no había enfrentamiento, estaban atados de pies y manos”, apuntó.
Un punto a destacar de la declaración de Walter fue el tratamiento que sufrieron las mujeres en los centros clandestinos de detención porque “tenía un un doble castigo: ser militantes y su condición de mujer, que era un bien de uso para todos los asesinos”. Remarcó que las mujeres eran vejadas, ultrajadas y torturadas.
La audiencia pasó a un cuarto intermedio hasta el 18, a las 9.30. Docters continuará con su declaración testimonial en calidad de sobreviviente y se sumarán otros tres testimonios, lo que estaban previstos para esa audiencia.
El juicio comenzó el 27 de octubre pasado y se extenderá por varios meses. El Tribunal Oral Federal (TOF) 1 de La Plata -integrado por Walter Venditti, Esteban Rodríguez Eggers y Ricardo Basilico- juzga a 18 represores, entre ellos Etchecolatz , Juan Miguel Wolk y el médico policial Jorge Berges, por cerca de 500 delitos de lesa humanidad cometidos en los centros clandestinos de tortura, detención y extermino conocidos como el Pozo de Banfield, el de Quilmes y El Infierno de Avellaneda.