La diócesis de Quilmes celebró su 49° aniversario y el de la ordenación episcopal del primer pastor, el Padre Obispo Jorge Novak como el inicio del Año Jubilar hacia las Bodas de Oro, que se celebraran en 2026, año de realización del tercer sínodo diocesano. El Obispo Carlos Tissera encabezó el oficio religiosa en la Catedral Inmaculada Concepción del centro quilmeño.
Este período jubilar es el primer paso en el camino hacia las Bodas de Oro de la diócesis, que se cumplirán en 2026, y la celebración del Tercer Sínodo Diocesano.


Con una mirada puesta en la figura de su fundador, Monseñor Jorge Novak, la comunidad diocesana se prepara para un año de reflexión y celebración. La invitación es a recorrer este camino “juntos”, fortaleciendo el vínculo con el lema: “Iglesia de Quilmes, ¡camina con la alegría del Evangelio!”.
En la ceremonia estuvieron presentes el obispo auxiliar Eduardo Gonzalo Redondo; el obispo emérito de Quilmes, Luis Teodorico Stöckler; y monseñor Juan Carlos Romanín, obispo emérito de Río Gallegos y colaborador en la diócesis. También participaron sacerdotes, diáconos, representantes de comunidades parroquiales y fieles. Entre los invitados especiales se destacó la presencia del ex embajador ante la Santa Sede, Carlos Cúster, y de la directora de Cultos del Municipio de Quilmes, Mariana Rodríguez. Asimismo, fueron leídos los saludos de monseñor Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, y de monseñor Maxi Margni, obispo de Avellaneda-Lanús.
En su homilía, Tissera evocó el nacimiento de la diócesis en 1976, “en medio de la oscura noche de la dictadura militar”, y subrayó el legado de monseñor Novak: “En esas tinieblas se encendía una lucecita de esperanza: nacía la Diócesis de Quilmes bajo el pastoreo de un profeta de esperanza”. También expresó gratitud hacia su predecesor, monseñor Stöckler, por “su cercanía, su claridad teológica y su compromiso con los más pobres”.
El obispo de Quilmes aprovechó la ocasión para compartir un gesto de humildad al pedir perdón por sus limitaciones y agradecer la oración y el acompañamiento del pueblo de Dios: “Gracias por la permanente colaboración en la misión, no sólo a quienes están cerca mío en sus distintos oficios y ministerios, sino a todos los que sirven construyendo el Reino con su trabajo y testimonio diario”.