Con motivo de celebrarse cada 4 de agosto el día de San Juan María Vianney, más conocido como el Santo Cura de Ars, patrono de los sacerdotes, el obispo de Quilmes, monseñor Carlos Tissera, saludó al presbiterio diocesano. En su mensaje, recordó: “Estamos en el corazón del Año Santo. Entre tantas motivaciones, es un tiempo para sentir en el corazón la palabra del Señor que nos dice: ‘Yo los llamo amigos’. Ese llamado nos une a todos en el seguimiento. Sabemos que ello comporta una constante conversión a ese amor primero”.
“Juntos deseamos dar testimonio que es posible ser sacerdotes felices, porque Cristo nos ha llamado, y Él nos ha hecho sus amigos. Es una gracia que queremos acoger con gratitud y responsabilidad”, continuó el prelado.
El pastor diocesano aseguró, además, que “no sólo estamos viviendo el Año Santo, como Peregrinos de Esperanza, sino que ya nos encaminamos a iniciar el Jubileo Diocesano, celebrando las bodas de oro de la diócesis. Lo iniciaremos solemnemente el 19 de septiembre en la catedral y, previamente, en la peregrinación a Luján, el 14 de septiembre, iremos a pedir a la Virgen que nos acompañe en el camino hacia el Tercer Sínodo Diocesano”.

“Con todo el pueblo de Dios queremos renovar la alegría de predicar el Evangelio, en este siglo XXI, a casi sesenta años de concluido el Concilio Vaticano II”, manifestó.
Monseñor Tissera aseguró además que “los sacerdotes tenemos un papel irremplazable en la animación de este camino sinodal. Juntos, inspirados en la labor pastoral de nuestro primer pastor, monseñor Jorge Novak, queremos mirar el futuro, celebrando este presente enriquecido por las enseñanzas del papa Francisco, quien nos ha exhortado a transformar la Iglesia con espíritu sinodal”.
“Por eso -dijo- queremos recuperar juntos el impulso misionero. Una misión que propone con valentía y amor el Evangelio de Jesús. A través de nuestra acción pastoral, es el Señor mismo quien cuida de su rebaño, reúne a los dispersos, se inclina sobre los heridos, sostiene a los desanimados”.